A pie de calle

No todas las universidades son iguales

A pesar de los recortes, la institución está realizando un gran esfuerzo en regular los procesos académicos y económicos

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Francisco Imbernón

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Estos días estamos asistiendo a lo que podríamos llamar la vergüenza de los títulos. El pulso entre algunos partidos es ver quién es el más mentiroso y el que más ha engañado para obtener un título universitario. Y es la universidad que da los títulos. Por tanto, es fácil escudarse en que la culpa no es de quien obtiene el título sino de quien se lo da.

Y asistimos a la civilización del espectáculo o la civilización de la generalización. Ya sabemos que muchos políticos se encuentran a gusto en ese marasmo entre podredumbre intelectual y la mediocridad política. Y entonces aparece como defensa fácil el relato que se han de revisar las universidades. O sea, se descalifica a todas las instituciones porque no son transparentes, justas o merecedoras del privilegio de una intelectualidad rigurosa. O sea, todas están o pueden estar corruptas. Conclusión: las universidades son corruptas. Y, por supuesto, aparece el discurso de la endogamia y el nepotismo sin argumentos que es el discurso que siempre se utiliza cuando se quiere criticar a la universidad.

Pensar y robar

Cierto que la universidad como garante de una determinada forma de ver la sociedad se intenta controlar por las diversas ideologías que existen, pero ello no implica caer en la corruptela del beneficio político. Se ha de separar la forma de pensar de la forma de robar. La comunidad universitaria posee, como todo ciudadano, una forma de ver la realidad, pero ello no implica que la universidad como institución se deje llevar por la corrupción, aunque no todo sea trigo limpio y se pueda mejorar. Y si hay corrupción se ha de denunciar, pero no ensuciar a todos.

Pero ese amplificar la idea de que no es la única corrupta se ha de rebatir con argumentos sólidos. Y se repite que se han de revisar las universidades. Hoy día las universidades tienen procesos muy rigurosos en las enseñanzas. No únicamente la normativa central o autonómica, sino la de las propias universidades. Y se va mejorando la contratación del profesorado, aunque con un problema de condiciones laborales pésimas. Cuando explican cómo han conseguido el título, mienten, ya que no es posible en una universidad realizar ciertos actos administrativos al menos que se alíen fuerzas corruptas y de miseria académica de mucha envergadura.

La universidad, a pesar de los recortes, está realizando un gran esfuerzo en regular los procesos académicos y económicos y, cada vez más, reduciendo la opacidad absoluta que existía hace años. Ya sé que no todas son iguales y que corruptelas puede haber en todas las instituciones, pero los procedimientos que se han ido estableciendo hacen muy inverosímil lo que han hecho ciertos políticos sin caer en la más baja condición humana, el desprecio hacia los demás, pensando que son diferentes y privilegiados.

Pero no todos somos así. Y se debe repetir hasta la saciedad que la corrupción de unos no es la de todos en la universidad. Hemos de romper el silencio cómplice, destruir los tumores académicos y aumentar colectivamente la dignidad de las universidades.