Reforma controvertida

No perdamos la oportunidad

Abandonar el doble cambio de hora y permanecer en el horario de invierno mejoraría la salud de la población

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Javier Albares

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Vivimos en una sociedad en permanente 'jet lag social'. Nuestro reloj biológico no está alineado con nuestro reloj socio-laboro-familiar. Esto se traduce en que los días laborables dormimos menos horas de las que necesitamos. Somos el país que menos duerme de toda Europa, casi una hora menos de media que el resto de los europeos, con importantes repercusiones cardiovasculares, tendencia al sobrepeso, problemas de memoria y concentraciónbajo rendimiento laboral y escolar, mayor consumo de tóxicos, así como mayor siniestralidad laboral y de tráfico a causa de la somnolencia y fatiga asociadas a la falta de horas de sueño.

Este 'jet lag'  social se hace evidente los fines de semana, en los que solemos dormir hasta dos horas más de media que los días laborables, pero la falta de sueño no se recupera.

El doble cambio de hora anual, todavía empeora más esta situación, causando alteraciones en nuestra salud, sobretodo en las personas mayores y en los niños. Los síntomas más frecuentes son alteraciones del sueño, anímicas, digestivas y cardiovasculares, que si bien no suelen ser graves podrían evitarse.

Poner en marcha el reloj biológico

Instalar una hora fija durante todo el año es una oportunidad para nuestra salud pública. La decisión queda entonces en si elegir horario de verano o de invierno. Es necesario que se abra un pausado debate y hacer mucha pedagogía. La primera elección de la mayoría de la población es elegir el horario de verano, ya que asociamos este horario a más hora de luz por las tardes y en general vida más ociosa. Esto en gran medida se debe a que las horas de luz en primavera y verano son mucho mayores. Además asociamos estos meses a vacaciones y relax. Con el horario de verano estamos desplazados dos horas de nuestro horario solar, tenemos mucha luz por la tarde, anocheciendo en verano en Galicia casi a las 23.00 horas. Ello ayuda a retrasar nuestros horarios, ya de por sí tardíos, comemos, salimos del trabajo, cenamos tarde  y terminamos acostándonos muy tarde, con el resultado de falta de horas de sueño. Si tuviésemos el horario de verano todo el año, en invierno no amanecería hasta las diez de la mañana en parte del país. Esta falta de luz solar las primeras horas del día tiene repercusiones para nuestra salud, afectando a nuestro sueño, nivel de alerta y estado de ánimo. Es necesario tener luz natural desde primera hora de la mañana para que nuestros relojes internos entiendan que empieza el día y se pongan en marcha.

Diversos estudios científicos contrastados demuestran que el horario de invierno fijo todo el año ayudaría a sincronizar nuestros relojes biológicos y disminuiría el 'jet lag' social. Iríamos a dormir más temprano, seríamos más sanos cardiovascularmente, disminuiría la obesidad y la incidencia de cáncer, así como el consumo de alcohol y tabaco. Tendríamos una sociedad más sana psicológicamente y el rendimiento escolar y laboral mejoraría.

Abandonar el doble cambio de hora y permanecer en el horario de invierno es en definitiva una gran oportunidad para mejorar nuestra salud, no la perdamos la oportunidad, hablemos.