Lenguajes del futuro

No me refiero a las lenguas, todas respetables pese a los enfrentamientos estériles que causan, sino al modo en que nos comunicamos sea en el idioma en que sea. El lenguaje que nos diferencia del resto de los animales, y el elemento que sostiene al pensamiento, como demostró el antropólogo  británico Jack Goody. El lenguaje que nos permite ser “contadores de historias”. El que nos define a nosotros y a nuestro tiempo, porque a lo largo de la historia nuestro modo de expresarnos  ha ido cambiando al tiempo que lo hacían los humanos que lo utilizaban. Inicialmente todo fue  oral, hasta que llegó  la escritura, la cual trajo la creación de libros, con ellos las bibliotecas, las escuelas y el surgimiento de nuevas formas de creer, pensar, formarse y en definitiva de comunicarse.

Ahora, estos días, la digitalización de la sociedad está comportando nuevas formas no sólo de relacionarnos entre nosotros, sino que al igual que la escritura difiere del lenguaje oral, la comunicación digital conlleva nuevos mecanismos del pensamiento que concluirán en un ser humano diferente al de nuestros antepasados, porque del mismo modo que la invención de la escritura permitió que el intelecto humano evolucionara, hoy mismo nuestra forma de pensar está experimentando una enorme trasformación. Y es ante esos cambios ante los que hay que actuar.

"Tenemos una sobreabundancia de información que excede con mucho la capacidad de nuestros cerebros para absorberla"

No, no es un pensamiento fruto de una mala noche. En un reciente y brillante artículo de la 'Harvard Business Review', se analizaba cómo lo digital está revolucionando la forma en que pensamos, o lo que es lo mismo, nuestro lenguaje. En dicho artículo se mencionaba como la nueva comunicación digital combina la comunicación escrita y la oral, provocando, por ejemplo, que escribamos en Whatsapp como si estuviésemos hablando. No es el único caso: las recomendaciones de todo tipo son tan habituales, que hemos caído en el reino de las noticias falsas, los robots, los algoritmos y los 'trolls'. Todo con una sobreabundancia de información que excede con mucho la capacidad de nuestros cerebros para absorberla.

Es cierto, hay elementos positivos según el estudio de la Universidad estadounidense: la información se ha generalizado como nunca antes; tenemos acceso instantáneo al contenido y las fronteras desaparecen, pero necesitamos más que nunca estimular el sentido crítico de los ciudadanos para prepararlos a ordenar el flujo masivo de información que llega a ellos. Es decir, un poco de la famosa y antigua 'Duda Cartesiana'.

Igualmente es fundamental enseñar a razonar en base a las propias experiencias. No basta con el análisis cuantitativo de los datos del día anterior. La inteligencia artificial y los procesos basados en algoritmos nos dirigen hacia razonamientos propios de máquinas donde la libertad a la hora de tomar decisiones se reduce cada vez más. Necesitamos un poco de empirismo para escuchar en un tiempo en que todos pugnan por hablar a la vez y por alzar la voz en vez de los argumentos.

En la era del 'Big data', donde todo se mueve por algoritmos, puede sonar a ingenuo, pero la clave continua siendo incentivar la creatividad como el elemento esencial para imaginar y emocionar, buscando  calidad y no sólo eficacia. Si no, vamos hacia un mundo donde los seres humanos se aburrirán hasta de ellos mismos, porque serán más virtuales que reales.