Análisis

¿Próxima recesión? No... de momento

Los principales riesgos vienen de la debilidad de los salarios y de volatilidad financiera. El capitalismo es maníaco depresivo. Tiene etapas de euforia seguidas de otras de depresión

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Antón Costas

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Seguimos doloridos y con el miedo en el cuerpo. La gran recesión de 2008-2013 ha dejado tal huella que tememos volver a recaer en la enfermedad. Esto es lo que nos ocurre ahora. A pesar de que la economía española lleva cinco años creciendo por encima del 3%, la noticia de que en 2018 creceremos un 2,6% nos hace temer lo peor.

Pero hay que contener la aprensión.  Como le sucede a un avión que al despegar lo hace con una fuerte aceleración para ganar altura, y cuando lo consigue se modera para después mantener una velocidad constante, la economía está pasando de una expansión acelerada a un crecimiento moderado y sostenible de alrededor del 2,5% en los próximos dos  años. Un crecimiento que bien utilizado da para crear empleo y hacer políticas sociales que alivien las condiciones de vida de los hogares más pobres. Especialmente si ese crecimiento viene ahora acompañado de mejores salarios, algo que es posible e imprescindible también para seguir creciendo.

Un avión con tres motores

La metáfora del avión es útil para comprender el porqué de este cambio de ritmo. Imaginen la economía como un avión que tiene tres motores. El motor principal es el sector privado, movido por el consumo de las familias y la inversión de las empresas. El segundo es el sector público, movido por los salarios de los empleados públicos y las compras y la inversión de las administraciones públicas. El tercer motor, el de la cola, es el sector exterior, es decir la diferencia entre los bienes y servicios que vendemos fuera y los que importamos.

El primer y el tercer motor han funcionado a plena potencia durante los últimos cuatro años movidos tanto por el aumento del empleo y la consiguiente mejora de las familias como por la mejora de las exportaciones. La política monetaria muy laxa del Banco Central Europeo (BCE), con tipos de interés muy bajos, ha ayudado a las familias y empresas a desendeudarse. Los bajos precios del petróleo han sido un viento de cola. Así como el crecimiento económico mundial. Y lo mismo el tipo de cambio del euro, que ayudó a las exportaciones.

Los vientos de la recuperación han amainado: el petróleo es más caro, la economía mundial ha reducido su ritmo y el euro se ha revalorizado

Alguno de esos vientos de cola que empujaban la recuperación han amainado. El petróleo se ha hecho más caro; la economía mundial ha reducido su ritmo; y el euro se ha revalorizado. Pero hay elementos compensatorios internos. El incremento de los salarios dará un nuevo impulso al consumo. La inversión de las empresas se mantiene elevada. Y el motor del sector público está ahora en condiciones de impulsar la economía en vez de frenarla.

Además, otros riesgos están acotados. Por primera vez en nuestra historia, la recuperación no ha traído aumento del déficit público ni, especialmente, del déficit comercial exterior. Al contrario, el déficit público está disminuyendo. Y lo que es más importante, el superávit comercial exterior se mantiene relativamente elevado porque somos más competitivos. (Es un 'milagro' logrado por la economía española en la dos últimas décadas que habrá que explicar en otra ocasión, pero que es motivo de autoestima). Ese superávit comercial exterior hace que ahora no necesitemos endeudarnos fuera para seguir creciendo.

Por lo tanto a la pregunta de si estamos ante una recesión, la respuesta es no... de momento. Porque acabará llegando.

Los principales riesgos vienen de la debilidad de los salarios y de volatilidad financiera. El capitalismo es maníaco depresivo. Tiene etapas de euforia seguidas de otras de depresión. Nos lo había explicado bien un economista británico de la segunda mitad del siglo pasado Hayman Minsky, discípulo de John Maynard Keynes, y que, quizá por ser él mismo un poco bipolar, supo ver bien la naturaleza bipolar de las finanzas. Yo tuve que estudiarlo en mi época de universitario. Pero después, durante los años de exceso de confianza de los noventa y primera década de este siglo dejó de tenerse en cuenta. Hasta que cuando en 2008 llegó el gran 'crash' nos volvimos a acordar de él.

La gran cantidad de dinero que han inyectado los bancos centrales para evitar una depresión ha ido fundamentalmente a las bolsas y aumentar la riqueza de los ricos. Esto hace a la economía internacional muy volátil y propensa a sufrir un nuevo “momento de pánico” de Minsky. Pero espero que cuando llegue, la UE y el euro estén mejor preparados para gestionar esa nueva recesión. Pero mientras tanto dejemos de lado el miedo y la aprensión exagerada y aprovechemos bien la continuidad del crecimiento en estos dos próximos años.