Debate soberanista

El doble fracaso de la Crida

La bandera de la insurgencia no se puede sostener mientras se procura mantener la estabilidad

Carles Puigdemont y Quim Torra, el pasado 28 de julio, en Waterloo.

Carles Puigdemont y Quim Torra, el pasado 28 de julio, en Waterloo.

Xavier Bru de Sala

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No se puede repicar e ir a la procesión. Carles Puigdemont y Quim Torra están atrapados entre las dos dinámicas contrarias que han generado: la adaptación a las duras condiciones impuestas al independentismo y el incremento de la tensión entre los que se niegan a aceptarlas.

Cualquiera que mantenga la capacidad de pensar en términos políticos, es decir de cálculo, habría analizado las derivadas del lanzamiento de la Crida antes de salir a la arena. La Crida solo podía tener éxito si lideraba una salida rápida a la situación de estancamiento posterior a la investidura de Torra y arrasaba. El primer paso era borrar al PDECat del mapa aprovechando la retirada de Artur Mas. Una victoria fulminante, imprescindible para emprender la siguiente ofensiva, que consistía en una marea que desbordara a ERC.

Pero hete aquí que Puigdemont no ganó la batalla contra su partido como parecía. El dique de contención de los pragmáticos del PDECat ha paralizado a la Crida. Si pretendes desautorizar las posiciones de ERC mientras las compartes con ERC, acabarás por reforzar ERC y desacreditar a ti mismo.

ERC, impávida, ha sabido mantener una actitud antipática pero coherente. En cambio, la iniciativa de Puigdemont caía bien pero es incoherente con la negociación de los presupuestos con los 'comuns' y hasta con partidarios del 155. O juegas al ajedrez o tumbas el tablero.

Tiros por la culata

En consecuencia, el segundo fracaso de la Crida, no previsto por incapacidad de cálculo, consiste en dejar el campo libre a los mismos que pretendía arrastrar. La bandera de la insurgencia no se puede sostener mientras se procura mantener la estabilidad. Así que, abandonada por Puigdemont y Torra a pesar de las gesticulaciones, la han recogido los de la ANC y el Movimient Primàries (MP), dispuestos a invadir un vasto territorio roturado y abonado para Puigdemont, y abandonado por Torra, que ocuparán porque no presentan incoherencia (de momento) entre el discurso y los actos. Todos los tiros de la Crida han salido por la culata.

Si las dinámicas no se modifican, cosa nada fácil porque implicaría dar aún más la razón a ERC y dejar todo el terreno propio a merced de los impacientes, el espacio Puigdemont, que aspiraba a una rotunda y fulminante hegemonía social y política, se puede convertir en un sándwich de CUP y ANC. El MP es una opa a los pragmáticos que no puede ir contra ERC, como pretende, sin embestir también al PDECat. Pero ERC es inmune y el PDECat, vulnerable. Una entente Crida-PDECat en las municipales de Barcelona debería luchar contra ANC-MP, contra la CUP y contra ERC. La Crida, sola o con una fracción del PDECat, debería sumarse al MP. Descrédito o descrédito.

Dos salidas

Puigdemont tiene dos salidas. Una, provocar una escisión en el PDECat, hacer saltar a Torra, reagrupar a los impacientes y estrellarlos contra los muros de Lledoners. Dos, retirarse de la política partidista y ejercer de presidente simbólico, y neutral, de todos los republicanos. La Crida ha fracasado porque el camino del medio, el de Torra, no existe.