POLÉMICO PLANTÓN
El sectarismo contra Catalunya
La ausencia en el Planeta denota confusión entre el universo independentista y la realidad plural del país
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
Joan Tapia
El sectarismo es la tentación de parte del actual Govern de la Generalitat. Se diría que a medida que la realidad les va obligando a actuar dentro del marco constitucional, Quim Torra y algunos 'consellers' -no todos- intentan compensar sus renuncias prácticas con un mayor radicalismo verbal y gestual.
Así, mientras el Govern negocia a través de las comisiones bilaterales con Madrid, el 'president' sigue impertérrito pidiendo -ya lo hizo en una reciente carta a varios jefes de Estado- una mediación internacional para el conflicto catalán. Y en el aniversario del fusilamiento de Lluís Companys ha afirmado que la ejecución se inscribía en la acción del Estado español contra Catalunya. Es falsear la historia. Companys fue ejecutado -al igual que otros dirigentes republicanos apresados en Francia por la Gestapo, como el exministro socialista Julián Zugazagoitia- por un régimen nacido de una rebelión militar contra el Estado constitucional español.
Companys no fue fusilado por independentista (no lo era), sino por ser el presidente de la Generalitat republicana. Y antes de ser elegido 'president' en 1934 -a la muerte de Macià- fue ministro de Marina de Manuel Azaña.
Pero el sectarismo es todavía más grave cuando limita Catalunya a su universo ideológico y ningunea actividades e iniciativas relevantes que se hacen desde otros planteamientos. Es sintomática la ausencia del 'president' -y más la de la 'consellera' de Cultura, Laura Borràs- en la cena del premio Planeta del lunes. La concesión anual del Planeta, con casi un millar de asistentes, es uno de los actos más relevantes que se celebran en Barcelona.
La edición es un gran motor de la industria cultural catalana, en la que Planeta ocupa un lugar relevante al ser la séptima editorial del mundo, la primera en español (incluida Hispanoamérica) y la primera también en lengua catalana -a gran distancia de la segunda- a través de Edicions 62, de la que tiene el 80% del capital. La noche del Planeta es un acto relevante al que normalmente asisten el presidente de la Generalitat y el 'conseller' de Cultura. El lunes lo hicieron los expresidentes José Montilla y Artur Mas -así como el ministro de Cultura español, José Guirao- pero no hubo ningún representante de la Generalitat.
Quizás la silla vacía se deba a que Planeta es una de las empresas catalanes que juzgó -como Caixabank o el Sabadell- que su estabilidad le obligaba a trasladar su sede social, pero si el objetivo es que Catalunya siga siendo un país abierto y atractivo para la inversión de todo el mundo, la primera obligación de la Generalitat es trabajar para que las empresas que trasladaron su sede vuelvan lo más rápidamente posible. Y la premisa es reconocer su aportación a la economía catalana. Ningunear -o intentar señalar- al primer grupo editorial español y catalán que tiene en Barcelona el centro de muchas de sus actividades es una muestra de miopía económica y de sectarismo político-cultural, impropio de un gobierno que quiera una Catalunya libre y plural.
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