Opinión | Editorial

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Más complejo todavía

La facción más dura del independentismo opta por bloquear el Parlament en una maniobra de propaganda falta de responsabilidad y recorrido

Quim Torra, 'president' de la Generalitat, y Pere Aragonés, vicepresidente, en el Parlament.

Quim Torra, 'president' de la Generalitat, y Pere Aragonés, vicepresidente, en el Parlament. / periodico

La facción aparentemente más dura del independentismo, encarnada por la dirección del grupo parlamentario de Junts per Catalunya, decidió ayer dar un paso más hacia ninguna parte. No tienen suficiente con tener secuestrado al PDECat y a su tradicional vocación de pacto, ni con imponer en el Gobierno de la Generalitat una acción basada en la pura y dura agitación. Ni con chantajear al conjunto de los votantes independentistas con el drama de los políticos presos y los que no pueden volver a su país. Ahora ha optado por bloquear el Parlamentha optado por bloquear el Parlament puesto que sin el voto de los cuatro diputados de JxCat suspendidos, ni puede imponer la mayoría independentista ni puede dar paso a una de alternativa. La maniobra forma parte del proyecto fundacional de Junts per Catalunya que no es otro que utilizar el control de las instituciones catalanas para deslegitimar al Estado español e insistir en su teoría de la falta de legitimidad democrática. Estamos ante una nueva maniobra de propaganda que queda aún más al descubierto en el momento en que Esquerra ya no sigue en la misma estrategia, a riesgo de ser baqueteada en las redes por los sectores más ultras del independentismo. De manera que Junts per Catalunya, que mantiene secuestrado emocionalmente al PDECat con los presos, ha conseguido lo que no logró la implantación del artículo 155: alterar las mayorías parlamentarias en Catalunya.

Faltan adjetivos para calificar lo que está haciendo Carles Puigdemont, y Torra de su mano, con el patrimonio de los votos y la movilizaciones independentistas. Lo ha convertido en un núcleo cada más reducido, ayer con solo 32 votos en el Parlament, y totalmente inoperante, ¿De qué sirve ganar elecciones si es al precio de hacer promesas y gestos que en la práctica impiden gobernar? Esquerra hace bien en aguantar este tirón porque el populismo solo se sostiene desde la oposición. La ocupación de las instituciones con fines meramente propagandistas no tiene recorrido. La ciudadanía catalana empieza a estar harta de tanto gesto vacío, de tanta demagogia y de tanta falta de responsabilidad. ¿Por qué se presentaron a las elecciones del 21-D? ¿Para mantener el sueldo? Sabían perfectamente que Puigdemont no podría volver como prometieron y que los investigados acabarían siendo suspendidos como diputados. Y sabían también que solo podrían gesticular.