Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

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La gran mentira de la menopausia

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Ayer vi la película 'Ola de crímenes'. En una escena, una mujer, cuando quiere insultar a otra, la llama «menopáusica». En fin, si Maribel Verdú es menopaúsica yo también quiero serlo.

Es increíble la mala prensa que tenemos las menopaúsicas. Les basta a ustedes con teclear la palabra «menopausia» en Google y ver lo que aparece: ¡Combate la menopausia!

Por lo visto la menopausia es algo muy malo, muy malo, que hay que combatir.

En fin, vamos a revisar los síntomas de la menopausia según San Google:

–Sofocos o sudores nocturnos:  Alguna vez puede que me haya pasado, pero teniendo en cuenta que desde mayo estamos en Madrid a 40º, no creo que me hubiera enterado.

–Aumento de peso: claro que he engordado desde los 45, pero también ha engordado mi ex, y él no está menopáusico.

–Dificultades en el sueño: duermo como un bebe.

–Dolores de cabeza: no.

–Cambios en el pelo: pásense por mi perfil de Instagram, tengo una melena que parezco el Rey León (Si alguna marca de cosméticos quiere hacer de mí 'La Influencer Menopaúsica', estoy abierta a sugerencias).

–Depresión: estaba deprimida cuando estaba casada, y entonces tenía la regla.

–Pérdida de memoria y concentración: el año pasado saqué seis asignaturas de una carrera complicada (Psicología) compaginándolo con dos trabajos y lo de cuidar yo sola a una niña adolescente y dos perras.

No sé si recuerdan aquella época en la que se recomendaba el consumo de soja durante la menopausia porque se había comprobado que las mujeres asiáticas, cuya dieta incluye la soja como uno de sus principales ingredientes, no sufrían ninguno de estos síntomas en la madurez. Actualmente se sabe que no hay evidencia científica alguna para afirmar que el consumo de soja y sus derivados alivia los síntomas de la menopausia.

No voy a negar que, a mi edad, se atraviesa un cambio hormonal. Lo que sí niego es que ese cambio lleve aparejado un drama

¿Qué es lo que había sucedido? El dato era real. Las mujeres asiáticas no muestran estos síntomas. Las americanas, sí. Pero la atribución era falsa. La razón no era la soja, sino el estilo de vida. Las mujeres asiáticas viven en culturas colectivistas. En general, se relacionan con otros grupos de mujeres, mantienen relaciones con su familia de origen y cuidan de sus padres. No suelen estar solas.

Las mujeres norteamericanas, como habrán visto ustedes en series y películas, se ven obligadas en la mayoría de las ocasiones a elegir entre tener hijos y tener carrera profesional, en un país donde apenas hay guarderías, donde el servicio doméstico es un lujo que muy pocas pueden permitirse y donde no se estila que los abuelos cuiden de los nietos. Les recomiendo encarecidamente el visionado de la película 'Tully' para entender esta situación. Los jóvenes americanos, al contrario de los españoles, suelen dejar la casa a los 18 años, bien para ir a la universidad, bien porque se ponen a trabajar.

En una cultura individualista, en la que el contacto con las familias de origen se circunscribe, como mucho, a Navidad y Acción de Gracias, cuando los hijos se van, estas mujeres, que han les han dedicado toda su vida, entran en una depresión profunda. Engordan porque comen para paliar la ansiedad. Engordan porque ya no tienen que hacer camas, poner lavadoras, pasar aspiradoras (limpiar casas de dos pisos como suelen ser las norteamericanas, es un trabajo a tiempo completo). Se deprimen porque de un día para otro están completamente aisladas y sin nada que hacer, y su vida ha dejado de tener sentido. Los dolores de cabeza, las dificultades de sueño, los problemas de memoria y concentración, son los típicos de una depresión.

Antes de escribir este artículo envié un email a 40 mujeres profesionales de más de 50 años. Todas aquellas que tenían carreras profesionales exitosas y que eran felices en sus relaciones me dijeron que no habían experimentado ningún síntoma de la menopausia. Las dos que sí que los habían experimentado fueron la que se habían divorciado y cuya carrera estaba en horas bajas y la que lleva dos años peleándose día sí y día también con su hija adolescente. Sospecho que ambas sufren una depresión. Y que creyeron que sus síntomas eran los de la menopausia porque les habían dicho que la menopausia se vive así.

A mi edad, se atraviesa un cambio hormonal. Eso es obvio y no voy a negarlo. Lo que sí niego –porque yo soy la prueba evidente, y muchas otras mujeres también–  es que ese cambio lleve aparejado un drama. Niégate a creerlo tú también, por favor. Porque cuando empiezas a creer algo te falta muy poco para interiorizarlo y, por lo tanto, para vivirlo.