NÓMADAS Y VIAJANTES

Brasil, una bomba de relojería

Seis familias acumulan tanta riqueza como la suma de los cien millones de olvidados y un joven que cobra el salario mínimo tendría que trabajar 19 años para conseguir lo que gana uno de los ricos en un mes

El candidato izquierdista del Partido de los Trabajadores Fernando Haddad

El candidato izquierdista del Partido de los Trabajadores Fernando Haddad / periodico

Ramón Lobo

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Si en Brasil no hubiera fútbol, religión y samba tendríamos una revolución. Es un país rico en recursos que ha dado el gran salto en los últimos 20 años. Es la sexta economía mundial, según las estadísticas que tanto agradan al FMI. Debajo, la realidad: 100 millones de pobres, la mitad de la población.

Brasil también es el campeón de la desigualdad. Seis familias acumulan tanta riqueza como la suma de los cien millones de olvidados. Un joven que cobra el salario mínimo tendría que trabajar 19 años para conseguir lo que gana uno de los ricos en un mes. Son datos de un informe de Oxfam.

El político más popular, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silvaestá en la cárcel. Fue condenado a nueve años y medio por recibir sobornos de la constructora OAS. El Tribunal Supremo le negó la posibilidad de presentarse a las elecciones. Tiene otras cuatro causas pendientes. Sus seguidores dicen que es víctima de una conspiración urdida por políticos de la derecha y jueces.

Es más fácil de sostener el argumento en el caso de Dilma Rousseff. El 60% de los congresistas que la destituyeron de la presidencia hace dos años tenían causas abiertas por corrupción, fraude electoral, desforestación ilegal, secuestro y homicidio, según Transparency Brasil. Rousseff se presenta al Senado.

Este lodazal ha dejado expedito el camino a Jair Bolsonaro. Las encuestas le otorgan un 32%, y en alza; insuficiente para evitar la segunda vuelta: necesitaría el 50%. En segundo lugar está Fernando Haddad, con un 21%. Es el candidato del Partido del Trabajo (PT), el de LulaHaddad es un profesor cuyo discurso no llega a las bases. Cuando entró en escena en abril tenía un 2%.

Machista y homófono

Es inconcebible que un machista, homófono y racista como Bolsonaro esté en cabeza. Es autor, entre otras, de esta frase: “Tengo cinco hijos, cuatro son hombres y con la quinta me dio la flojera y vino una mujer”. Hay otras en las que desprecia a los negros, el sector de población más castigado. Más del 63% está sin trabajo. El otro, son las mujeres, afectadas por una falocracia estructural.

Cientos de miles de feministas se han movilizado, en la calle y en las redes sociales, bajo el lema #EleNão (Él no). No solo es su misoginia; se trata de un exmilitar que defiende el legado de una dictadura (1964-1985). Está a favor de armar a los civiles, torturar a delincuentes y de la pena de muerte. También está en contra del aborto. Es un ultra de libro.

Lo llaman el Trump brasileño. Pero el asunto es más grave: en Brasil no existen los contrapoderes de EEUU. 'The Economist' tituló hace una semana, “La democracia brasileña está en peligro”.

Si Bolsonaro es tan deleznable, ¿por qué puede ganar? Hay varios motivos. Algunos son coyunturales: la fallida candidatura de Lula ha dificultado el despegue de Haddad y la tradicional división de la izquierda entre el centroizquierdista Ciro Gómez, 11% en los sondeos, y la ecologista Marina Silva, el 4%.

Hay razones estructurales que explican el mar de fondo: seguridad, corrupción y economía. Bolsonaro lleva como número dos al exgeneral Hamilton Mourão, otro enamorado de los métodos expeditivos de la dictadura. Refuerza el mensaje de mano dura. Funciona su promesa de acabar con la corrupción, un mal endémico del país que ha arrastrado al PT y su líder Lula da Silva.

Mensaje económico

El mensaje económico de Bolsonaro llega a un público que va más allá del blanco rico o de clase media. Le apoyan empresarios urbanos y terratenientes alérgicos a la reforma de la tierra y a las leyes de protección del medioambiente. Ambos llevan años conspirando contra el PT.

El voto es obligatorio para los mayores de 18 años que sepan leer y escribir, y opcional para los que no estén alfabetizados. Los tribunales decidieron prohibir el voto de 3,4 millones que no habían registrado sus huellas. El 54% de los afectados viven en el norte y noreste, donde el PT es más fuerte.

Parece claro que salvo sorpresa Bolsonaro y Haddad se disputarán la presidencia en una segunda vuelta el 28 de octubre. Podría ganar Haddad si suma a toda la izquierda. Su problema es que también debe recoger todo el voto de Lula. Lo irónico es que Bolsonaro le disputa ese voto del descontento contra el sistema. Lo más probable es que el resultado de esa segunda vuelta sea muy ajustado.

Un poco de humor antes de terminar. De todas las razones para temer a Bolsonaro se nos ha olvidado la más importante: su segundo nombre es Messias. Estamos en manos del 13% de indecisos y de que los votantes brasileños lean 'The Economist'. Mal asunto.

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