España-Catalunya

Ni Turquía ni Canadá

La Transición es perfectible porque no fue en todos los casos un pacto entre iguales

Miembros del CDR acceden a la estación del AVE

Miembros del CDR acceden a la estación del AVE / periodico

Albert Sáez

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Santi Vila es un aventajado alumno de Aristóteles quien en su Retórica recalca que el primer paso para la persuasión es la captatio benevolentiae, ganarse el favor de la audiencia a la que se pretende convencer. Para dialogar en España sobre Catalunya es imprescindible desarmar la agresividad que provoca en una parte de la opinión pública la sistemática equiparación que hace una parte del independentismo del régimen del 78 con Turquía. De manera que quien fue conseller hasta el penúltimo día de Puigdemont lo dice con todas las letras: "España no es Turquía". Cierto. Tan cierto como que la Transición es perfectible. Fue un acuerdo, cierto. Pero no siempre entre iguales. Los herederos de los golpistas del 36 tuvieron algunas ventajas. Las cloacas del Estado administraron ciertas dosis de violencia al servicio de esos mismos intereses, como se explica a la perfección en algunas obras audiovisuales de referencia como la película El Lobo o más recientemente en la serie El día de mañana. Y los lodos de la Transición no los son solo desde el punto de vista moral. Sabemos que una parte de la economía sumergida, de la corrupción y de la falta de neutralidad de las instituciones que sacuden periódicamente a la política española son resultado de algunos de aquellos atajos.

Lógicamente eso no blanquea las mismas prácticas que han seguido en algunos momentos los independentistas. España no es Turquía, pero tampoco se comporta como Canadá. Ante la voluntad sostenida en el tiempo de una parte de los catalanes de realizar un referéndum de independencia, las respuestas han sido poco alentadoras: negacionismo del problema, guerra sucia contra los dirigentes, burlas, atajos judiciales… De nuevo el uso de los privilegios de ostentar el poder heredado de la Transición antes que un pacto en igualdad de condiciones. A menudo con la intención de empantanar la situación hasta que estalle la violencia como ha ocurrido este fin de semana, exactamente lo que el manual de los servicios secretos buscaría que hiciese la CUP. Cuando tienen problemas de supervivencia, las estructuras más profundas de algunos estados prefieren tener delante piedras antes que urnas. El 1-O quedó más que demostrado.