La clave
La llave del futuro está en la cárcel
La prisión preventiva de los dirigentes independentistas es la roca que ciega la ruta de la distensión en el conflicto catalán
Luis Mauri
Director adjunto
LUIS MAURI
El aniversario del 1-O puede contarnos más cosas del futuro que del pasado. La promesa de una independencia exprés sin obstáculos, oposición ni fractura, bendecida por la UE y celebrada por el capital, era una farsa. Un farol, dijo la ‘exconsellera’ Ponsatí. Hasta Puigdemont ha acabado por admitir que Europa no apoya su causaEuropa . Con significativo afán totalizador, el ‘expresident’ habla de "la causa catalana", como si no hubiera en Catalunya más causa que la suya.
Con la farsa al desnudo, el relato independentista se sustenta ahora sobre tres pilares. El primero es tan ficticio como la comedia anterior: el "mandato democrático" del 1-O. De una votación sin censo, garantías ni controles, no surge ningún mandato en ninguna democracia del mundo. Las otras dos pilastras tienen una base real y a la vez atesoran una gran carga emocional: la indignante violencia policial del 1-Oindignante violencia policial y el severo encarcelamiento de la dirigencia del ‘procés’.
La evocación del pulso entre urnas y porras se ha revelado insuficiente para detener el agrietamiento del edificio soberanista. La alianza entre el Govern y la CUP llega fracturada al 1-O. La estrategia común de los partidos del Govern simplemente no existe. El proyecto de Crida de Puigdemont se desinfla y posterga su agenda. Ni siquiera en el partido del ‘expresident’ las respiraciones van acompasadas.
Argamasa independentista
Hoy, la principal argamasa del bloque independentista es el encarcelamiento de sus dirigentes. La cárcel, he aquí la clave del futuro inmediato.
La Generalitat y el Gobierno acaban de cerrar su primer acuerdo financiero en 10 años. Catalunya recibirá casi 1.500 millones pendientes, pero eso será papel mojado si los Presupuestos del Estado naufragan por falta de apoyo independentista.
Hasta para los dirigentes soberanistas más proclives al diálogo con el Ejecutivo de Sánchez, los presos son la línea roja. ¿Cómo defender ante sus militantes la necesidad de pactar con el Estado mientras haya presos preventivos? La prisión preventiva de los dirigentes independentistas es la roca que ciega la ruta de la distensión en el conflicto catalán. Muchos ojos están atentos a la Fiscalía.
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