La clave

Pedro Sánchez en sus límites

Los presupuestos solo saldrán si se insta a la fiscalía a que se levante la prisión preventiva y se desista de la acusación de rebelión

Justin Trudeau y Pedro Sánchez, durante un debate en Montreal.

Justin Trudeau y Pedro Sánchez, durante un debate en Montreal. / MK.

Albert Sáez

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Fin de semana intenso en las costuras del Gobierno de Pedro Sánchez. Tiene ante sí una ecuación compleja para sacar adelante los presupuestos generales. La variable Pablo Iglesias parece estar bien alineada. El asunto vasco está más que encarrilado. Queda la variable del PDECat y de Esquerra. Aquí las cosas dependen de lo que haga el propio Sánchez pero también de la dinámica interna del movimiento independentista. Llegan indicios de que la unidad de acción entre la actual dirección del PDECat y los presos se empieza a romper. Los encuentros carcelarios entre consellers libres y en prisión son cada día más tensas. Y a los actuales titulares de los departamentos cada día les chirría más la obsesión de Puigdemont, Torra y los partidarios de la disolución en la Crida por dejar caer a Pedro Sánchez. Mientras en el lado de Esquerra, tanto en la hoja de ruta como en las declaraciones de Oriol Junqueras queda claro que no son partidarios de una competición de aspavientos en el interior del independentismo como la de finales de octubre.

De manera que si Sánchez se mueve, puede tener los votos que necesita para perdurar un año más. Su margen de maniobra es mínimo  porque no puede ni debe irrumpir en los procedimientos judiciales en marcha. Pero si puede empatizar con los encausados e intervenir ante la fiscalía. En este empeño, está en una fase de tanteo. Las dos llaves que le abren el candado del presupuesto son la prisión preventiva y la calificación de los delitos. Lenta pero decididamente los ministros de Sánchez intentan despertar esa parte de la opinión pública española que quiere una confrontación política y no judicial con el independentismo y que busca que se administre justicia en lugar de escarmientos.  Se trata de unas maniobras envolventes antes de que la ministra de Justicia inste a la Fiscal General a dar la orden que la fiscalía del Tribunal Supremo no quiere recibir: pedir la libertad de los procesados si la celebración del juicio se pospone y descartar el delito de rebelión. Sánchez finta una y otra vez al borde de la zona de conflicto directo con los fiscales pero sabe que solo sobrevivirá si marca ese triple.