El caso de los grados y posgrados

Universidades a los pies de los caballos

Los rectores deberían saber que en la autocrítica está el progreso, y practicarla hace buena una universidad

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Guillem López Casasnovas

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No me ha gustado la respuesta que los rectores agrupados en la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) han dado a los últimos escándalos en materia de grados y posgrados de algunas universidades en favor de personas significadas de la vida pública española. La reacción corporativa con la que el bloque actúa por una razón general y solidaria esconde las impudicias de algunas de sus partes. Se critica al texto del embate político y mediático que dicen que sufren y se defiende una excelencia exagerada que no todas merecen.

La política no ha puesto, sin embargo, a las universidades a los pies de los caballos. Algunas se han puesto solitas. Que el barro afecte a los políticos hace el atropello más visible pero no lo limita a unos pocos aprovechados. Respecto, en concreto, a estos personajes no me preocupan tanto los másteres de unos y otros (es la vida la que nos acaba o no haciéndonos maestros), sino la titulitis que hay detrás. De Casado, repugna en primer lugar la montaña de convalidaciones que utiliza para alcanzar un grado completo de Derecho. Que pueda considerar él o algún otro que de este modo puede ejercer una valiosa función de preservación y defensa del Derecho, tan ligero de equipaje, es como mínimo un peligro. Y del presidente Sánchez, me da pena que se acoja a una universidad privada para conseguir un grado de doctor casi a escondidas con un tribunal de miembros para mí casi desconocidos si he de atender su obra. Así pues, uno desvaloriza el título de licenciado en Derecho y el otro viene a desmerecer la universidad pública.

Hace tiempo que la gobernanza de la universidad española ha perdido el norte. Demasiadas universidades, con 'savoir faire' insuficiente, a menudo con métodos de decisión pasados de rosca y con unos académicos que mostramos más voluntarismo a la hora de afinar nuestro instrumento que conocimiento e interés por la partitura que debemos tocar. La presión financiera que las universidades han sufrido ha hecho que algunas reconduzcan la restricción presupuestaria a la parte más fácil de incremento de ingresos cobrando cánones por centros privados adscritos, a los que de esta manera bendicen sus títulos, aunque ahorrando los costes de tutela que justificarían el acuerdo. Y ofreciendo títulos propios y posgrados que con precios libres son más contribuidores de recursos que no aportadores a la mejora del conocimiento.

Para agravar la situación, ya puestos, los socialistas inventaron la Carlos III y la derecha la Rey Juan Carlos. Y los convergentes la UPF, aunque las operaciones salieron más o menos a gusto de quien las creó según la idiosincrasia de los primeros rectores y según el bando donde se alineaba la inteligencia académica del momento. Pero, como dicen allí donde más atañe este adagio, "de aquellos polvos estos lodos". ¡La universidad española debe dejar de esconderse en su conjunto! Los rectores deberían saber que en la autocrítica está el progreso, y practicarla hace buena una universidad.