Dos miradas

Mentiras y relatos

Observamos de nuevo las imágenes, los parlamentos, los nervios, las idas y venidas, las negociaciones, y en ningún momento se puede apreciar una actitud agresiva de Cuixart o Sànchez

Jordi Sànchez y Jordi Cuixart se dirigen a los concentrados frente a la Conselleria de Economia, el 20-S.

Jordi Sànchez y Jordi Cuixart se dirigen a los concentrados frente a la Conselleria de Economia, el 20-S. / ELISENDA PONS

Josep Maria Fonalleras

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Hace un año estuvimos a punto de vivir una jornada sangrienta, o al menos violenta. Y si miramos con detalle lo que ocurrió podemos llegar a la conclusión de que si no fue así es porque la intervención de los dos Jordis lo evitó. Justo lo contrario de lo que después la Fiscalía y el Supremo han tratado de reconstruir, con la historia desproporcionada y falsa de una hipotética insurrección que no fue sino una protesta popular absolutamente legítima y democrática ante la estupefacción que provocó el registro de la Guardia Civil en la sede de la Conselleria d'Economia. Observamos de nuevo las imágenes, los parlamentos, los nervios, las idas y venidas, las negociaciones, y en ningún momento se puede apreciar una actitud agresiva de Cuixart o Sànchez. Al contrario: intervienen para reconducir la exaltación de ese día.

Poco a poco, vamos sabiendo cosas (y más que sabremos) sobre las circunstancias que rodearon el primer episodio de aquel otoño crítico. Una de las constataciones es que fue el intento (por desidia, por la aparente improvisación, por un cálculo premeditado) de ofrecer las condiciones, como quien no quiere la cosa, para una especie de sublevación de las masas, tanto en Economia como ante la sede de la CUP. Y que no pasó porque triunfó la moderación en contra de la rabia. Después, han intentado vender lo contrario, pero la realidad y la verdad son tozudas frente a la mentira elevada a la categoría de relato.