Falta de sintonía entre el ayuntamiento y la 'conselleria' del Interior

Territorio Colau

Para afrontar el problema de seguridad, la alcaldesa y Buch han de aparcar las estrategias políticas del pasado

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Eva Arderius

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Si Manuel Valls le quedaba alguna duda para presentarse a la próximas municipales de Barcelona, quizá le habrán desaparecido viendo por dónde va el debate político de la ciudad. La seguridad empieza a preocupar a los barceloneses. Aumentan los delitos y la sensación de miedo en barrios como la Barceloneta o el Raval. Manuel Valls se frota las manos. Este es el escenario perfecto para él. En Francia, como primer ministro, su receta de mano dura y firme contra la delincuencia le llevó a las cuotas mas altas de popularidad. Se mueve bien con un discurso contundente y populista. Barriendo todo lo que no le gusta. Ahora los mismos que le critican, comunes y soberanistas, les están facilitando el camino. 

Falta de consenso institucional

La sensación de inseguridad en Barcelona no es un problema estacional, no es un titular de verano. El gobierno municipal, los vecinos e incluso los sindicatos de la policía catalana coinciden: faltan mossos, la ciudad necesita más efectivos. El único que no comparte este diagnóstico es el 'conseller' de Interior, Miquel Buch, que ya le dijo que 'no' a la alcaldesa Ada Colau en la junta de seguridad de junio y le ha vuelto a decir que 'no' ahora, en la reunión del viernes pasado para abordar la crisis de los narcopisos. Imagino la cara de los vecinos cuando vieron que los dos máximos responsables de la seguridad no escondían la falta de sintonía y no se ponían de acuerdo ni para comparecer juntos ante la prensa. Si los que tienen que resolver el problema no consensúan ni la forma de abordarlo, es que la solución está muy lejos.

Buch le dijo a Colau que no puede hacer más contra los narcopisos. Como si Barcelona fuera solo 'territorio Colau' y el Gobierno catalán no tuviera ningún tipo de responsabilidad. Si el objetivo es ponérselo difícil a la alcaldesa, se está consiguiendo, pero la estrategia es pésima, sobre todo para los ciudadanos que sufren los problemas a diario.

Como dice la canción, Barcelona tiene poder y esto, cuando se trata de negociar y pedir mas, puede jugar a la contra, todo el mundo piensa que la ciudad ya tiene suficiente. A los ojos de la Generalitat, la capital catalana siempre ha sido sobradamente autosuficiente y solvente. Tanto, que el Govern ha tenido cierta tendencia a escatimarle recursos. La estrategia de hacerse la puñeta entre administraciones no es nueva, especialmente cuando los dirigentes son de diferentes partidos. El punto mas álgido de la confrontación se vivió con Pasqual Maragall a la alcaldía y Jordi Pujol en la presidencia de la Generalitat. Ahora estas tensiones las repiten y escenifican, aunque de una forma menos genuina, la alcaldesa Colau y el consejero Buch.

Es evidente que el ayuntamiento no ha acertado en la lucha contra los narcopisos y que no sobran mossos en Catalunya. Los recortes han congelado promociones y la prevención antiterrorista ha hipotecado muchos agentes, pero Barcelona necesita más. Así que, mejor aparcar viejas estrategias políticas del pasado. Ahora mismo ya hay demasiadas cuestiones para discrepar, no hace falta sumarle también la seguridad en las calles de la ciudad.