ANÁLISIS CHAMPIONS

Messi, sí, Messi pero ¿y la ruleta de Dembélé?

Dembelé se mantuvo, prodigioso, a la estela del número uno del mundo

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Emilio Pérez de Rozas

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Cuentan que hubo bofetadas en el túnel de vestuario del Camp Nou pidiendo la camiseta de Leo Messi. Tantos que Leo estuvo tentado de cortarla en trocitos y contentar a todos. Y es que ya lo dijo Mark Van Bommel, el técnico de los holandeses, que no quería que sus jugadores se pasaran el partido pidiéndole la camiseta a ‘D10S’.

Es posible que Ernesto Valverde tuviese motivos, tras la victoria mínima de Anoeta, para estar un poquito preocupado. E, incluso, un ser tan exigente como él puede que también anoche apagase la luz de su mesita de noche algo inquieto. Pero de lo que no tiene duda el ‘Txingurri’ es que el equipo va paso a paso, va creciendo, no tiene prisa por brillar o imponerse con un juego brillante (y arrollador). No se puede estar maravillosamente en forma en septiembre y seguir siendo prodigioso en mayo. Imposible.

Si tú ves los cuatro goles de anoche, has de pensar que esas gotas de maravilloso estilo Barça siguen ahí, no se han ido y que, posiblemente, no tienen la continuidad de otros tiempos (porque ya no está la ‘quinta de Xavi’, insustituible), pero continúa provocando la misma satisfacción, orgullo, sonrisa y felicidad de siempre, de los tiempos del ‘dream team’ y de los tiempos eternos, aunque algunos teman el día que se vaya Leo Messi.

La Champions, en la cabeza

“Ya toca”, dijo cuando le hablaron de ganar esta Champions. Y anoche, ante más de 70.000 ‘culés’, que no es poca cosa teniendo en cuenta la hora, el día desapacible e, incluso, el visitando modesto, Messi volvió a vestirse de ‘D10S’ y nos iluminó con su presencia y sus goles. Lleva 48 triples o también llamados ‘hat-trick’. Y, de ellos, ocho en la Champions, es decir, uno más que Cristiano Ronaldo. No parece, no, haber entrado en crisis por la pérdida del Mundial, el Balón de Oro o ‘The Best’. Messi es puro Barça y en eso se emplea, incluso arrinconando la albiceleste por unos meses porque “ya toca”.

No hay duda que entre la crítica, la oposición, los ‘tiki-takas’ y los aficionados melancólicos hay mucho descreído. Allá ellos. Hacen mal, como hicieron mal en pensar que Dembelé era un petardo. Lo que anoche hizo ese muchacho en el Camp Nou, lo hace Neymar Júnior y estamos llorando; lo hace CR7 y abre los telediarios; lo hace Mbappé y decimos “ves, era el hombre a fichar”; lo hace Messi y decimos, normal.

Seis de seis, ¿no?

Dembelé sale a gol por partido, perdón, a golazo por encuentro. El de anoche (sí, sí, los de Messi, los tres, fueron prodigiosos: la falta ¡que les contaré!, con Lozano acostado sobre el césped para que no la lanzase rasa; el remate, tras la vaselina de Rakitic, no vean y, el tercero, con la derecha, sí, sí, ¡festival!), pero la ruleta del francés, dejando sentados sobre el césped a Hendrix y Lozano, en un solo quiebro, gesto, su galopada hacia el área, soportar la entrada de Schwaad y clavarla en la escuadra izquierda de Zoet. ¡Maravilloso Dembélé! Gracias.

¡Ah! y, por cierto, seis de seis: 1-2 Sevilla (Tanger), 2-0 Alavés, 0-1 en Valladolid, 8-2 al Huesca, 1-2 en Anoeta y 4-0 al PSV. Llámenme resultadista, sí, pero no dejen de ver los cuatro goles.