GEOMETRÍA VARIABLE
La inversión rebrota en Catalunya
Los datos del Idescat revelan que, pasado el terremoto, los empresarios vuelven a confiar
Joan Tapia
Presidente del Comité Editorial de EL PERIÓDICO.
Joan Tapia
El domingo una intervención de los Mossos, más o menos acertada, evitó el choque entre 1.500 manifestantes contrarios a la inmersión lingüística y una cifra similar de convocados por los CDR para impedir que los “españolistas” llegaran a la plaza de Sant Jaume. Hubo forcejeos y crispación.
El peligro de que la división catalana acabe en enfrentamientos sigue pues vivo. Pero se ha restablecido cierta normalidad institucional y el Gobierno catalán y el de Madrid hablan.
La economía lo nota. La DUI del 27-O no provocó el desplome inmediato del PIB que los más alarmistas anunciaban. La economía catalana -más industrial que la española- se ha desacelerado. Pero el ritmo ha sido similar. La española crecía a un ritmo anual del 3,1% en el tercer trimestre del 2017 y en el segundo del 2018 ha pasado al 2,7%. La catalana ha descendido del 3,4% al 3,1%. Y ambas correcciones son -al menos por el momento- suaves ya que el paro sigue bajando. Del 16,38% al 15,28% en España y del 12,54% al 11,39% en Catalunya.
Catalunya no se hundió -tampoco el 27-O alteró en exceso el orden público- porque los grandes componentes del PIB, el consumo público y privado y las exportaciones, es difícil que se tuerzan a corto por razones políticas. No obstante, el 27-O tuvo un gran impacto sobre las expectativas. Muchas empresas cambiaron la sede social y la inversión empresarial en capital fijo se hundió.
Los datos de la contabilidad nacional del Idescat lo demuestran, aunque nadie quiso constatarlo. Quizás porque perjudicaba a todos. La inversión empresarial en Catalunya -la que a la larga mantiene el dinamismo y la competitividad- crecía a un ritmo anual del 7,3%, el 4,5% y el 6,4% en los tres primeros trimestres del 2017. Pero en el cuarto y el primero del 2018 -seis meses de gran incertidumbre- cayó al 3,4% y al 0,2%. Y la evolución intertrimestral fue todavía más alarmante. Del 1,4%, 1,3% y 2,3% en los tres primeros trimestres del 2017 al -1,6 y -1,7% en los dos siguientes. La DUI hizo caer en picado la inversión. Afectó poco al PIB porque la inversión en capital fijo es un componente relativamente reducido y a corto no afecta mucho, pero de seguir habría tenido graves consecuencias porque podía convertir a Catalunya en un país de segunda.
Por suerte parece que el peligro ha pasado porque la inversión en capital fijo ha aumentado a un ritmo trimestral del 5,1% y anual del 5,3% en el segundo trimestre del 2018. Los inversores de la economía real han perdido el miedo y vuelven a confiar. ¿Porque el temor a un conflicto de gran magnitud que llevara a una independencia traumática ha desaparecido? ¿Porque la economía catalana es más resiliente de lo pensado? ¿Porque el 155 ha funcionado y en la práctica el independentismo lo ha tragado?
Sea como sea es buena noticia, aunque habrá que ver lo que pasa en el futuro inmediato. La conclusión es clara: el alarmismo exageraba, pero el terremoto institucional ha tenido serias consecuencias sobre la inversión que -de continuar-serían catastróficas.
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