IDEAS

El retorno de la intolerancia

Willy Toledo, en la parroquia de San Carlos Borromeo de Madrid

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Xavier Bru de Sala

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Salman Rushdie escribió Los versos satánicos, una novela blasfema que le valió en 1988 la fatwa del ayatolá Jomeini que ordenaba la ejecución de su autor. Aparece en ella un personaje que puede ser el mismo Jomeini satirizado. Pero lo más significativo es que explora los límites intelectuales y literarios de la irreverencia y la ofensa hacia las creencias religiosas. Entre otras perlas, aparece Alá descrito como un viejo casposo con gafas y se dice que Mahoma se casó con una puta virgen de 14 años extraída de un burdel regentado por las demás mujeres del profeta. Jesus Christ Superstar, defendido por el obispo de Woolwich, no va ni la cuarta parte de lejos.

Como el mismo Islam, el Cristianismo tiene dos versiones. La original, que prescribe amar a los enemigos, poner la otra mejilla, no acusar sin estar limpio de culpas, abandonar los bienes terrenales o ser un buen samaritano, y la prevalente a lo largo de los siglos, que va de las cruzadas a los puritanos ingleses y la inquisición.

Las ofensas de Willy Toledo a Cristo, mucho menos elaboradas que las de Salman Rushdie, han conseguido acercar los niveles de intolerancia del cristianismo hispánico a los ayatolás de Irán

Por fortuna de la cristiandad, la intolerancia original del protestantismo se vio contrapesada por el reverso de LuteroErasmo de Rotterdam: "Ninguna sociedad, ninguna convivencia puede resultar agradable ... si de vez en cuando no se descarriaran, se adulasen, se toleran sensatamente las cosas o se untaran con un poco de locura. "

Las ofensas de Willy Toledo a Cristo, mucho menos elaboradas que las de Rushdie, han conseguido acercar los niveles de intolerancia del cristianismo hispánico a los ayatolás de Irán. El simple hecho de que se le juzgue significa un regreso más que simbólico de la España negra.

Lo más sorprendente del caso es el silencio, no de las jerarquías, sino de los católicos tolerantes, que en España hay muchos y en Catalunya, si no han cambiado las cosas, representa que son una amplísima mayoría. El silencio colectivo, que contrasta con el apoyo del obispo anglicano, aún preocupa más: es cómplice.