ANÁLISIS

La historia olvidada sobre los Acuerdos de Oslo

Veinticinco años después, los pactos entre Israel y Palestina auspiciados por Clinton son poco mas que una foto en el recuerdo

Rabin (izquierda) y Arafat se estrechan la mano ante Clinton en la Casa Blanca,  en septiembre de 1993.

Rabin (izquierda) y Arafat se estrechan la mano ante Clinton en la Casa Blanca, en septiembre de 1993. / .45001581

Rafael Vilasanjuan

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Todo estaba pensado para que naciera un nuevo país, pero en un cuarto de siglo el Estado Palestino no ha llegado, ni los acuerdos han logrado acabar con ese conflicto eterno. El apretón de manos entre Isaac Rabin y Yaser Arafat en Washington bajo la atenta mirada del entonces presidente de EEUU, Bill Clinton, se había cocido a fuego lento en reuniones secretas en Noruega. Veinticinco años después, los Acuerdos de Oslo son poco mas que una foto en el recuerdo.

Oslo, tal vez lo mas cerca que hemos estado de creer que el conflicto entre Israel y Palestina tenía recorrido hacia la paz, empezaba por el reconocimiento mutuo. Israel aceptaba a la Organización para la Liberación de Palestina, hasta entonces considerada una organización terrorista, como interlocutor para la creación de Palestina. Estos, a cambio, reconocían el derecho de Israel a existir en paz y con seguridad. El acuerdo debía concluir con la paz definitiva y la solución de dos estados en cuanto acabara el milenio. Pero el 1 de enero del 2000, nada había cambiado en el mapa.

Esfuerzos

Mirando a través del retrovisor es lógico pensar que algo ha ido mal, pero repasando lo que ha sucedido desde entonces, lo cierto es que todo ha ido mal. Los radicales de ambos lados nunca aceptaron el acuerdo. Las milicias palestinas de Hamas mantuvieron sus envites, pero tras los acuerdos el primer ataque vino con la masacre de una treintena de musulmanes en Hebrón a manos de grupos radicales de la derecha israelí, la misma que poco después asesinaría a Isaac Rabín, el primer ministro israelí, por firmar unos acuerdos inaceptables para ellos.

Desde entonces los esfuerzos para volver al camino perdido han pasado por todas las diplomacias del mundo. John Kerry, secretario de Estado de Barack Obama, solo en sus últimos dos años de mandato se reunió en un centenar de ocasiones por separado con Mahmud Abbás, el líder de la Autoridad Palestina, y con Binyamin Netanyahu, primer ministro de Israel. Pero nada, durante las últimas décadas, la ocupación judía de territorios en Cisjordania, --a pesar de que no la aprueba ningún país del mundo--, se ha triplicado en una maniobra que parece indicar que el mapa sobre el que se trabajó en Oslo, ya ha quedado para el olvido.

La paz de este conflicto infinito parece mas remota que nunca. Desde luego mucho mas lejos de lo que los acuerdos de Oslo proponían. Por un lado los palestinos están mas solos. A pesar de que con la opresión aumenta su legitimidad, el mundo árabe, desangrado también en Siria, Yemen o Libia, ha dejado de mirar únicamente a Palestina. Por otro,  Donald Trump ha desmantelado todos los esfuerzos previos. Cerrando la delegación palestina en EEUU, vetando todas sus mociones en la ONU, cortando la ayuda a la agencia de refugiados y trasladando la Embajada americana a Jerusalén, ha venido a decir, que él ya tiene un proyecto de paz. Consiste en aceptar todo lo que quiera Israel. O eso o que se mueran de hambre. Oslo no es su hoja de ruta y hasta que pase la tormenta, los acuerdos son historia. Una historia olvidada.