La situación política en Catalunya

El juego de la ucronía

¿Cómo sería el presente del conflicto catalán sin las cargas policiales del 1-O ni la sobreactuación del Supremo?

Carga policial en el IES Ramon Llull

Carga policial en el IES Ramon Llull / periodico

Luis Mauri

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Solemos ser más amantes de las ucronías de lo que creemos. Es ese juego entre melancólico y morboso que consiste en imaginar un pasado ficticio para especular con un presente o un futuro distintos de los reales. Ya saben: si Franco hubiera perdido la guerra…, si Moscú hubiera tolerado la primavera de Praga…, si Bush jr. y la banda de las Azores no hubieran consumado la ominosa farsa bélica de Irak…

Reconstruir la historia con datos alternativos a los que sucedieron puede antojarse un ejercicio caprichoso y estéril. No es así necesariamente. Las ucronías también pueden ayudarnos a revisar la historia desde un instructivo y fértil enfoque crítico.

Hace un año, en vísperas del 1-O y la DUI, tres ideas oníricas sustentaban el relato del independentismo catalán. Una: a Catalunya le asiste el derecho de autodeterminación, pese a que el ordenamiento internacional no reconoce ese derecho en el caso catalán ni en ningún otro que presente las mismas condiciones. Dos: el Estado español asistirá impotente e inerme a la secesión catalana. Tres: la Unión Europea, el resto de la comunidad internacional y el gran capital apoyarán con entusiasmo la secesión unilateral.

Llegada la hora de la verdad, esas tres ideas cayeron por su propio peso en el oscuro pozo de la irrealidad. Activada la DUI, el relato onírico se demostró incapaz de sostenerle el pulso a la realidad. Los líderes independentistas y su formidable aparato de agitación y propaganda quedaron desnudos: los diagnósticos, la hoja de ruta, ninguna de las promesas se ajustaba a la realidad. ¿Aprovechó el Estado la desnudez del rival? Ese hubiera sido el movimiento lógico, pero en su lugar acudió en socorro del independentismo. Sí, eso hizo.

Juguemos a las ucronías. ¿Cómo sería el presente del conflicto catalán si el Estado hubiera respondido al desafío independentista con firmeza constitucional pero sin las cargas policiales del 1-O, tan desmesuradas como innecesarias, y sin la sobreactuación del Tribunal Supremo, más propia de una justicia vengativa que de una reparadora?

El poder ejecutivo y el judicial brindaron a los secesionistas un relato alternativo, no por falso menos resultón: el de un Estado antidemocrático contra cuyo yugo luchar.