Los currículos de los políticos
El próximo campo de batalla
El daño a nuestro sistema universitario no será un simple daño colateral, es una carga pesada frontal y en profundidad
Pere Vilanova
Catedrático emérito (UB).
Pere Vilanova
No hace falta ser profeta, porque ya está sucediendo. El siguiente campo de batalla entre buena parte de la clase política (dejemos siempre un espacio para la excepción) es ya la universidad, y en concreto los estudios de posgrado, másteres y tesis doctorales. Es una desgracia para el conjunto de las universidades de este país, el campo de batalla rara vez decide dónde tiene que producirse la batalla (si pudiera opinar, probablemente diría que en el campo de al lado). Pero el daño a nuestro sistema universitario no será un simple daño colateral, es una carga pesada frontal y en profundidad. Ni los medios ni los opinadores prestan bastante atención a las víctimas verdaderas y numerosas de toda esta degradación ambiental: los miles de estudiantes que trabajan de verdad, hacen sus trabajos, son evaluados, así como los docentes que se preparan sus clases, las dan presencialmente o en su caso las tutorizan vía telemática, cuando así lo prevé expresamente la normativa del máster afectado. Contra lo que dicen estas figuras públicas, que se copian hasta las excusas, de todo lo que se hace en un máster queda traza documental, administrativa y tecnológica. No se te cambian las notas a posteriori por arte de magia. Por ejemplo, si hay que cambiar una nota una vez que las actas oficiales están cerradas (y lo están de manera centralizada por la propia universidad afectada), hay un complejo procedimiento administrativo a seguir. Hay que solicitar la apertura de acta nueva, producirla electrónicamente, firmarla, etc. La bazofia sigue cuando los afectados trasladan la responsabilidad "a la universidad", así, en general y si cuela, cuela.
Y ahora hemos entrado en el terreno de las tesis doctorales, aquí la ligereza (verbal y moral) de algún parlamentario ha batido records. Está muy severamente reglamentado el acceso por parte de terceros al archivo de tesis doctorales, cuya defensa y custodia corresponde a la universidad. Hay un procedimiento complejo simplemente para acceder a la tesis depositada, que no te puedes llevar ni fotocopiar por el hecho de pedirla. Por ello, en el caso de Pedro Sanchez, la cosa se desvía ahora a que la tesis existe pero fue plagiada. La carga de la prueba no recae sobre el señor Sanchez, por cierto, recae sobre el señor Rivera. En sede universitaria, hay un procedimiento para ello, he estado en varios, pero es largo, técnico, y en ocasiones tedioso, aparte de que es el tribunal que juzgó la tesis quien validó su contenido y forma.
Pero da igual, estos vergonzosos debates en sede parlamentaria, como las comisiones de investigación en el Parlamento, no buscan “la verdad”, buscan algo mucho más de bajo vuelo: debilitar al otro, sembrar dudas sobre sus supuestos principios, y en todo caso, lanzarse unos a otros el “y tú más”. Pero tranquilos, aún queda el título de bachillerato (o como se llame ahora), la EGB, y no hay que descartar que “se investigue” qué hizo tal o cual en primaria, o en la guardería.
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