El discurso de Ciudadanos

Un campeón del cinismo

La rebaja moral a la que se está entregando el partido de Albert Rivera lo convierte en campeón de la demagogia

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Jordi Puntí

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Estimado lector: en cuanto puedas, levanta un momento la vista de este artículo y mira hacia el horizonte. Verás un puntito minúsculo, casi invisible. ¿Sabes lo que es? Es la dignidad de Albert Rivera. No es que esté lejos, es que es muy pequeña. La distancia ha aumentado en los últimos meses, desde que Pedro Sánchez se convirtió en presidente del Gobierno español (y no él, Rivera). Fíjate que no hablo de ningún otro partido: aquí todos hacen lo que pueden. Pero la rebaja moral a la que se está entregando Ciudadanos, con el único fin de recuperar presencia mediática a través de la mentira, la crispación y la confrontación, a cualquier precio, los convierte en campeones de la demagogia.

Lo vi muy claro un miércoles por la tarde, hace 15 días. Paseaba por la Ciutadella, como hago a menudo, y me fijaba en sus visitantes habituales. Un grupo de barceloneses que hacían yoga, otros que bailaban swing en la glorieta, unos que jugaban a ping-pong o paseaban el perro. En una de las entradas al parque también vi las 600 personas (Guardia Urbana dixit) reunidas para manifestarse contra una supuesta agresión por culpa de los lazos amarillos. Las cámaras recogieron las proclamas de Inés Arrimadasel ataque a un periodista y las peleas fraternales con gente del PP, pero yo vi un españolismo irascible, violentado, con ejemplares de la ultraderecha, y sobre todo la necesidad de un enemigo para justificarse. Saltaba a la vista, también, que una parte del electorado les está abandonando a chorros, en concreto la que proviene del cinturón industrial y que históricamente ha votado el socialismo.

Luego, con su intervención cínica en 'Els matins' de TV-3, Albert Rivera mostró que su partido ha renunciado al liberalismo de progreso para arañar votos a la derecha. Perdido en ese punto de fuga indigno, un día abraza al jacobinismo de Manuel Valls, y otro se retrata con unos métodos más propios de Donald Trump: la manipulación, la burla, el ataque a los medios. Es toda una señal que ya le increpen las activistas de Femen. Qué currículum.