Opinión | Editorial

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El mensaje de despedida de Juncker

El presidente de la CE, en su último discurso sobre el estado de la Unión, apela a compartir las distintas soberanías nacionales como antídoto a las divisiones

Jean-Claude Juncker

Jean-Claude Juncker / VINCENT KESSLER

Ha llegado la hora de la soberanía europea. Lo han dicho Jean-Claude Juncker en el que ha sido su último discurso sobre el estado de la Unión apelando a compartir las distintas soberanías nacionales como antídoto a las divisiones y a la amenaza de fragmentación que pesa sobre la UE. Esta llamada de un agotado presidente de la Comisión Europea llega algo tarde, en un momento de gran debilidad de la Unión y de los propios estados que la componen, siempre reacios a compartir soberanía y en algunos casos, dispuestos incluso a recuperar la que habían cedido, por ejemplo, la moneda única.

La inmigración, el tema que ha dominado en este mandato, es el mayor exponente del problema. Juncker propone un blindaje de las fronteras externas de la UE con un cuerpo autónomo de agentes europeos. Ahí se verá hasta qué puntos los países están dispuestos a entregar soberanía porque esto es lo que implica dicha política. En franco contraste con la actitud de los estados de la Unión, el Parlamento Europeo, en un hecho inédito, aprobaba el informe que pide investigar la deriva autoritaria y la violación de derechos fundamentales del Gobierno de Víktor Orbán en Hungría y lo hacía con una amplia mayoría -más de los dos tercios de sufragios necesarios- en la que se contaban votos del Partido Popular Europeo al que pertenece Fidesz, la formación del primer ministro húngaro, con la vergonzante abstención del PP español.