ANÁLISIS

'Flo' lo sabía, el bueno es 'Lucho'

El Madrid se llevó a Lopetegui y España huele a campeona con Luis Enrique

El Madrid se llevó a Lopetegui y España huele a campeona con Luis Enrique / .44996413

Emilio Pérez de Rozas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Alguien debería decirle a Serena Williams que aprendiese a pedir perdón. Alguien debería susurrarle a una de las más grandes deportistas de todos los tiempos que reconocer que se equivocó al escudarse en el feminismo para justificar los errores, varios, no uno, ni dos, ni tres, que cometió en la final del Open de EEUU, es lo que espera el mundo entero de un modelo, de una tenista espectacular y, como ella diría, de una madre ejemplar, no tramposa.

Alguien debería decirle a Serena Williams, como escribió Isabel Valdés en ‘El País’, que “el feminismo no es un comodín ni da carta blanca a cualquiera, en cualquier momento y para cualquier cosa”. “El feminismo”, añadió M. Ángeles Cabré, directora del Observatorio Cultural de Género, “no es un escudo con el que parar todos los golpes que nos da la vida, exige responsabilidad y un buen uso”.

Las disculpas de 'Lucho'

Alguien debería explicarle a la ganadora de 23 Grand Slam que pedir perdón engrandece a quien lo hace. No hacerlo, lo siento, empequeñece, por más inmensa que seas. Puede parecer exagerado, lo sé, pero Luis Enrique, el nuevo seleccionador español, pidió perdón nada más equivocarse, por vez primera, en su nuevo cometido. Y lo hizo con grandeza, con enorme estilo y, sobre todo, con una credibilidad que le permitirá trabajar con la autoridad que le concedían los títulos conquistados.

Y todo eso sin necesidad de hacerlo porque, aún pensado que se había equivocado, y mucho, con Iago Aspas, el seleccionador se lo podía haber guardado para él. Pero no, quiso decirlo públicamente y eso le aporta grandeza, seriedad, profesionalidad y credibilidad. No es que le preocupe, ni lo necesite ¡y menos ‘Lucho’!, pero demuestra que él está en lo suyo, por los suyos y para hacer un buen trabajo que, por lo visto hasta el momento, parece que vamos a ganar el próximo Mundial con una mano atada a la espalda. De momento, hemos apalizado, así, ¡zas! ¡zas! ¡zas! ¡zas! ¡zas! ¡zas!, a la subcampeona del mundo, así que, con ganarles 1-0 a los campeones, ya podríamos cantar el alirón.

Vigor, ilusión, ganas, complicidad

Porque, veamos, podríamos pensar que eso de Inglaterra está muy bien, suena guapo, son los que, dicen, inventaron el fútbol (tal vez, también, los primeros que lo estropearon) y que la mítica que tiene Wembley es enorme (no se lo digan a los culés, no), pero a esa selección la gana cualquiera. O casi.

Lo cierto es que lo que aquel día vimos en el debut del equipo de Luis Enrique fue muy esperanzador. Porque, no solo vimos cosas nuevas (por desgracia eran viejas, en el sentido de que muchos de los presentes ya estaban en Rusia, como Saúl), sino que vimos vigor, ganas, ilusión, complicidad y contagio.

Sí, sí, ya sé que todos los que estaban en Rusia, todos, nos dijeron que de todo eso había toneladas en la concentración de España, pero nos mintieron. Nos mintieron tanto, tanto, que volvimos enseguida, casi tan rápido como Florentino Pérez le birló el seleccionador a España. A toda España.

Y ahora resultará que lo que hizo el ‘ser superior’ fue hacerle un favor a España, pues con ‘Lucho’ volamos bajito. Y hasta jugamos a tenis: 6-0.