Opinión | Editorial

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La inevitable dimisión de Montón

La caida de la ministra de Sanidad deja en una posición muy delicada a Pablo Casado cuyos problemas con el máster de la URJC son más graves

Carmen Montón, en septiembre del 2018, en el Ministerio de Sanidad.

Carmen Montón, en septiembre del 2018, en el Ministerio de Sanidad. / .44980270

Poco margen tenía la ministra de Sanidad, Carmen Montón, más que el camino que ha elegido: la dimisión. A medida que aparecían más revelaciones sobre su irregular máster en el Instituto de Derecho Público de la Universidad Rey Juan Carlos I (URJC) su posición se iba debilitando de tal forma que continuar en el Gobierno era un torpedo en la línea de flotación del Ejecutivo y de Pedro Sánchez, que llegó a la Moncloa con la ejemplaridad por bandera. El caso del máster de Montón no es el mismo que el de Cristina Cifuentes o el de Pablo Casado, pero tenía suficientes puntos en común como para que la dimisión fuera inevitable.

Si en el 'caso Cifuentes' la jueza cree que se falsearon las actas, en el de Montón la URJC admitió manipulación de notas. Como Casado, Montón aprobó con buena nota asignaturas sin asistir a clase y no expuso en público su TFM, que contenía párrafos enteros copiados de internet. Además, Montón pagó la matrícula fuera de plazo y comenzó el curso cuatro meses tarde. Cualquier universitario de España sabe que así no es como se aprueba un máster.

Pese a que durante varias horas defendió a su ministra, la caída de Montón muestra que  la ejemplaridad impuesta por Sánchez -aunque lenta de reflejos- tiene un precio: es el segundo ministro de su Gobierno que dimite. Una situación que deja en una situación muy delicada al líder del PP, cuyos problemas con el máster de la URJC son más graves que los de Montón.