Al contrataque

¿Quién cuidará a los niños cuando yo no esté?

Que la pregunta sobre conciliación se haga siempre a las mujeres es machista pero la respuesta que hemos dado desde el feminismo es errónea. Lo pertinente sería interpelar a los padres con carreras profesionales exigentes

Yolanda Escañuela y su hijo Ángel, ayer.

Yolanda Escañuela y su hijo Ángel, ayer.

Najat El Hachmi

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Es la pregunta que se hace cualquier mujer que se plantee tener hijos, las palabras que se repetirán una y otra vez desde el primer momento en que esta idea se le cruce por la cabeza. Si además está en la primera fila de cualquier actividad profesional, el interrogante se convertirá en un pensamiento recurrente porque un elevado ritmo de trabajo es incompatible con los cuidados. Todo eso de que el tiempo de calidad compensa la falta de tiempo es una tomadura de pelo para paliar el malestar y sufrimiento que provoca la maternidad. ¿Quién se ocupará de los desayunos y las meriendas, de la lavadoras y la limpieza, de la bolsa de natación y los deberes de mates? ¿Quién calmará terrores nocturnos y rabietas en medio del súper? Hay partidos que han convertido la equiparación de permisos de maternidad y paternidad en una especie de fetiche que va a solucionar todos los problemas de conciliación, que acabará con la brecha salarial y yo qué sé más, pero lo cierto es que tener hijos, habrá que recordar lo obvio, dura mucho más que esas 16 semanas. ¿Quién cuidará de los niños cuando acaben las bajas?

Estamos acostumbrados a que se interrogue a las mujeres en este sentido: ¿Cómo lo hace para conciliar trabajo y maternidad? ¿Cómo hace para llegar a todo? No valen las deserciones en tierras de 'superwomen', en ellas no saldrán a hablar las que decidan ralentizar sus carreras para atender las necesidades de los pocos retoños que habrán dado a luz, no se atreverán a pronunciarse en público las que nieguen la idea general según la cual si quieres, puedes, lo único que tienes que hacer es esforzarte y organizar bien tu tiempo. En este caso la conciencia feminista se convierte en una carga más. Renunciar individualmente como mujeres supone abandonar las filas de una lucha que apenas acaba de empezar.

Que la pregunta sobre conciliación se haga siempre a las mujeres es machista pero la respuesta que hemos dado hasta ahora desde el feminismo es equivocada. La solución no es dejar de abordar el conflicto, que sigue existiendo. Lo pertinente sería que se interpelara del mismo modo a los padres con carreras profesionales exigentes. ¿Cómo es que nadie pregunta a los políticos con agendas endemoniadas cómo hacen para cuidar de los hijos durante sus largas jornadas de trabajo?

La retirada de Xavier Domènech de la política es un gesto tremendamente insólito porque alude precisamente a la dificultad de hacer compatible la vida familiar con el ejercicio de la política de alta intensidad, aunque la mayoría de medios no hayan prestado mucha atención a esta parte del texto. ¿Cómo es que haya tan pocos políticos que expliciten este conflicto? ¿Cómo es que aún sean tan minoritarios los hombres que se hacen ellos mismos la pregunta de quién cuidará a los niños cuando yo no esté?