Opinión | Editorial

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El fenómeno de los patinetes eléctricos

La futura reforma de la seguridad vial es una buena oportunidad para unificar y mejorar las normas sobre los nuevos vehículos urbanos

Patinete eléctrico circulando por la ciudad de Barcelona

Patinete eléctrico circulando por la ciudad de Barcelona / ALBERT BERTRAN

En su momento fue el auge de las bicicletas, un fenómeno que perdura, pero ahora se trata de patinetes eléctricos, grandes o pequeños, de los 'segway' y de las llamadas 'hoverboard', las plataformas de una o dos ruedas. La proliferación de estos artilugios de movilidad eléctrica en Barcelona ha provocado la intervención del ayuntamiento en el sentido de promulgar una ordenanza, que entró en vigor en julio, para regular su utilización. Deben respetar un límite de velocidad (de 10 a 30 km/h, en función de si circulan por la calzada o por el carril bici) y solo pueden ser usados por mayores de 16 años. Es una primera regulación que, como en muchos otros casos (como en las viviendas de usos turístico, por ejemplo) suple la falta de una legislación general en todo el Estado. La misma Dirección General de Tráfico reconoce que solo existe una instrucción que ya es prácticamente obsoleta (aun siendo del 2016), por cuanto la capacidad de implantación de un producto por aquel entonces casi exótico y, hoy por hoy, habitual en nuestras calles, ha sido muy alta en estos dos últimos años. Cuestiones como la edad prevista para poder transitar con los patinetes eléctricos, la posibilidad de 'llevar' viajeros o de circular por vías interurbanas quedan en el aire, a expensas de lo que decidan los ayuntamientos, que han visto cómo en sus calles se ha ido implantando un vehículo que, por una parte, contribuye a una cierta sostenibilidad de la movilidad y que, por otro, representa un peligro evidente para sus propios usuarios y para los peatones, sobre todo si tenemos en cuenta la velocidad que puede llegar a alcanzar.

La anunciada reforma de la ley de seguridad vial pretende intervenir en una nueva revisión a la baja de los límites de velocidad, una reformulación del carnet por puntos y un aumento de las sanciones por uso indebido de los teléfonos móviles. Será también el momento de incidir en aspectos como este de los patinetes, que se agrava cuando son compartidos a través de plataformas de 'sharing' o en casos de alquiler. En Madrid se permiten mientras que están prohibidos en València o L’Hospitalet. En Barcelona se restringe su uso y se exige casco y guía, aunque debe consolidarse una ordenanza genérica que combine las demandas del fenómeno y la prioridad de salvaguardar la seguridad viaria y la ocupación del espacio público.