LA CLAVE
¿Se enfría la economía?
Ciertos politicos pervierten el análisis de los datos y confunden a la población
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
Datos preocupantes en algunos sectores económicos, especialmente en el turismo que pierde empuje en el mercado exterior y en ciertos segmentos interiores. Una dinámica que ha tenido un impacto directo en el paro de agosto, con record de despidos el 31 del mes. Rápidamente los agoreros, especialmente desde la esfera política, hablan de fin del ciclo alcista e incluso de inminente recesión. Evidentemente, no son buenas noticias. Pero los políticos tienden a darse más importancia de la que tienen. Unos debaten apasionadamente si los males del turismo en Barcelona provienen del procés. Nunca antes los adversarios de una alcaldesa le habían ayudado tanto a repetir en el cargo. Nada puede satisfacer más a los votantes de los comunes que pensar que han acabado con la masificación turística gracias a su líder. Solo falta que aupen a Manuel Valls como su antagonista y la campaña será un paseo sin bajarse del autocar para Colau. Otros, más atrevidos, hablan directamente de "podemización" de la economía española y solo les falta anunciar un inflación del 1000%. Parece mentira que Rivera, que tanto habla con los empresarios y que tiene a su lado a un sabio como Luis Garicano, haya aprendido menos economía de la que Jordi Sevilla consiguió explicarle a Zapatero.
Si salimos de la burbuja política podemos ver con más claridad que la economía española, de momento, estornuda pero no está ni acatarrada ni con fiebre. La lección magistral de economía que dio este jueves la ministra de Economía, Nadia Calviño, en Funcas es el mejor contraargumento a los profetas de malos augurios. Crecimiento e inclusión social no pueden ser en ningun caso antagonistas. Cuanto más equitativo es el reparto de la riqueza, más largos son los ciclos económicos expansivos, menos abruptas las crisis y más llevaderas. Ese principio tan básico lleva más de veinte años sin aplicarse en España. Rato y Aznar repartieron la deuda pero no la riqueza, Zapatero la pasó del sector privado al público y Rajoy con Guindos se limitaron a repartir los recortes. Si los beneficios del turismo se hubieran capilarizado, otro gallo nos cantaría. Y no sería el de la "podemización".
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