Análisis

Todo lo que sube, baja

La masificación, la gentrificación, la estandarización, que también tienen su público, abocan a una baja rentabilidad

Un grupo de turistas esperan en el aeropuerto de Palma a que  los autobuses los lleven a sus hoteles.

Un grupo de turistas esperan en el aeropuerto de Palma a que los autobuses los lleven a sus hoteles.

Josep-Francesc Valls

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Esto no es nada parecido a las consecuencias del tsunami del Extremo Oriente del 2004 en Indonesia, India, Sri Lanka o Tailandia, cuya región turística no se ha recuperado todavía hoy de aquel desastre natural. Ni tiene nada que ver con la marea negra causada del chapapote del 'Prestige', en el 2002, que repercutió durante más de un quinquenio en la llegada de visitantes a Galicia. Ni tampoco con los atentados de Nueva York (2001), Londres (2005) o París (2015), que desviaron millones de turistas urbanos a otras ciudades. Batiendo máximos en los últimos años, resulta que el número de turistas que vienen a España en el 2018 se reduce levemente respecto al año anterior y en el 19 ocurrirá lo mismo.

Estaba previsto que cuando se recuperaran las regiones mediterráneas competidoras, los turistas regresarían a sus lugares vacacionales habituales. ¿Se imaginan ustedes a cientos de miles de turcos que viven en Alemania veraneando en España de forma permanente, y a otros tantos españoles emigrados a ese país, cada año al mar de la calma turca?  Al desaparecer los impedimentos de cualquier tipo, todo vuelve a la cotidianidad. Llevamos años diciendo lo que iba a ocurrir cuando desaparecieran los conflictos. Todo lo que sube, baja.

¿Resulta una catástrofe que lleguen menos turistas que el año pasado? Pues qué quieren que les diga. Si un país, un destino o un establecimiento turístico compiten por las cifras record o basan sus resultados en el axioma más turistas más ingresos, este año turístico no va a ganar tanto dinero como el año pasado. Pero, existe otra manera de competir y mejorar los resultados de las empresas que crecer cada año en número de clientes.

Hace tiempo que me interesan menos los datos relativos al número de turistas que vienen anualmente a España. Sin embargo, sigo atentamente el gasto que realizan. Con cifras de junio, el gasto promedio por turista ha aumentado un 3,19%, y el gasto medio diario, un 6,19% (INEBase, julio 2018) Si sumamos, según la misma fuente, el gasto total de los turistas internacionales durante el primer semestre de este año, resulta que se ha incrementado el 4,2% respecto al mismo período del año pasado. Es decir, puede ocurrir –y de hecho ocurre- que menos turistas en un país, en un destino, en un establecimiento turístico produzcan más valor y más rentabilidad, aunque se trate de turismo de masas.

La masificación, la gentrificación, la estandarización, que también tienen su público, abocan a una baja rentabilidad. Por el contrario, más calidad, más sostenibilidad, más experiencia, más diferenciación, más exclusividad, más 'slow tourism' facilitan que los precios sean superiores e inducen a un gasto más elevado de los clientes, aún con ocupaciones menores en hoteles, apartamentos, restaurantes, etcétera. Casos como el Hotel Melià Calvià Beach, el Ushuaia Ibiza Beach, o Petits Grans Hotels del grupo Costa Brava Centre Hotels así lo demuestran. Aviso para navegantes: lo barato se está vendiendo peor (permítanme la simplificación de contraponer Costa Dorada versus Costa Brava). Cada país, cada destino, cada establecimiento deberá elegir a qué modelo adherirse. Aumenta el de los que se desembarcan en el segundo.