PEQUEÑO OBSERVATORIO

La fuerza de las conexiones

Yo, que soy tan pobre en el dominio de los sistemas de comunicación actuales, a menudo me veo superado por las manifestaciones de la tecnología

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Josep Maria Espinàs

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Dudo cuando escribo 'móvil' si debería escribir 'móvil'. La gente tiene derecho a escandalizarse por mis dudas, por mi marginación de la modernidad.

Yo, que soy tan pobre en el dominio de los sistemas de comunicación actuales, a menudo me veo superado por las manifestaciones de la tecnología. La aparición del fax fue, para mí, una gran revolución. Con el paso del tiempo encontré normal que alguien dijera te enviaré un fax: me parecía un instrumento práctico en diversas necesidades de comunicación.

Lo que pasa es que no tengo en casa ningún instrumento para recibir mensajes, solo un vulgar teléfono. El mundo informático no para de querer tenerme al corriente de alguna noticia, de la aparición de un producto, de una convocatoria cultural o social. Afortunadamente, algunos avisos interesantes me llegan por carta y hacen que yo no me tenga que considerar definitivamente marginado de este mundo.

Soy un escritor que nunca ha sabido avanzar por el camino de la tecnología moderna. Si no me equivoco, el instrumento tecnológico que me acompaña en esta vida es la máquina de escribir con la que trabajo tecleando con los dedos. Una herramienta manual y mecánica. Mi camino del progreso se ha detenido en el teléfono móvil. Pero, en cambio, he sido muy amigo de la movilidad. Esto me ha proporcionado grandes satisfacciones viajando por varios países y, a pie, para conocer territorios y personas diversas: ¿tecnología de los viajes? Inexistente. ¿Apoyo de los instrumentos tecnológicos? Las piernas.

Pienso que un valor importante de la vida es la capacidad de conexión. Y ahora no hablo de conexiones afectivas, ideológicas, humanamente sensibles.

No me atrevo a decir que hay una tecnología de la convivencia, del respeto, del necesario silencio y de la necesaria calma. El cerebro debería ser un gran regulador, que es necesario parar y que hay que mover. ¿Pero quién es capaz de regular el cerebro?