Teorías divergentes

Sobre la antigüedad del Corán

Los historiadores Patricia Crone y Michael Cook mantienen que el texto fue "editado" muchas décadas más tarde

ilu-coran-francina-cortes-31-08-2018

ilu-coran-francina-cortes-31-08-2018 / periodico

Eugenio García Gascón

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El día que escribo estas líneas, 'Hagarism. The making of the islamic world' cuesta 600 euros en eBay. Se trata de un libro de culto de solo 268 páginas, publicado en 1977. Desde entonces no se ha reimpreso, de manera que el fetichista que quiera el ejemplar tendrá que adquirirlo de segunda mano desembolsando una apreciable cantidad de dinero. Sus autores son los historiadores Patricia Crone y Michael Cook, quienes han ejercido una influencia enorme, descomunal, en las últimas cuatro décadas en el área del estudio de los orígenes del islam y del Corán, influencia que siguen ejerciendo. Aunque no esté de acuerdo con su tesis principal, es un gran libro. Sostiene que el texto del Corán se fijó mucho más tarde de lo que han dicho los historiadores árabes y tradicionales, una tesis que sigue estando en boga entre orientalistas muy influyentes en el mundo académico.

En las primeras líneas del libro se nos advierte cuál es su posición en esa cuestión: "No hay ninguna evidencia física de la existencia del Corán en ninguna forma antes de la última década del siglo séptimo". Lo dicen en la cuarta línea de la publicación, y un poco más adelante, en la página 18, desarrollan la idea. Mantienen que el texto del Corán fue "editado" muchas décadas más tarde, incluso algún siglo más tarde, y niegan que sea contemporáneo de Mahoma, que murió en el año 632. Al contrario, el Corán procedería de una "pluralidad de tradiciones" tardías, puesto que "no hay ninguna indicación de la existencia del Corán antes del final del siglo séptimo", insisten.

Según la tradición árabe, el profeta recibió la revelación de manera paulatina a lo largo de varios años

Según la tradición árabe, el profeta recibió la revelación de manera paulatina a lo largo de varios años, desde el año 610 hasta su muerte. Perseguido en La Meca por los primeros enemigos del islam, Mahoma huyó a Medina, otra ciudad de Arabia, en el año 622, y allí vivió hasta su muerte. Las azoras o capítulos del libro sagrado fueron reveladas tanto en La Meca como en Medina, y hubo memoriones que aprendieron a recitarlas, al tiempo que algunas personas piadosas las ponían por escrito, generalmente en fragmentos breves. Contra esta tradición árabe se rebelaron nuestros autores Crone y Cook. Es posible que los dos eruditos no aceptaran que muchas tradiciones árabes gozan de una base sólida. Esto podría aplicarse, por ejemplo, a los topónimos o nombres de accidentes geográficos que historiadores modernos y contemporáneos han aceptado como nombres bíblicos. Los beduinos árabes se fueron pasando esos topónimos durante más de 1.000 años, de generación en generación, lo que ha permitido que los historiadores contemporáneos los recuperen.

Recientemente, la historia también se tomó la molestia de replicarles de un modo inapelable. Fue en julio del 2015, justo unos días después del fallecimiento de Crone a principios de ese mes, cuando se anunció el descubrimiento de un Corán muy antiguo, un testimonio que Crone no llegó a conocer: un Corán contemporáneo del profeta, nada más y nada menos. El 22 de julio se anunció en Birmingham este insólito hallazgo. Es un pergamino de 18 páginas excelentemente conservado, escrito en una bella caligrafía de estilo hiyazi, que contiene seis azoras. Según los análisis de carbono 14, su antigüedad se remonta a los años 568-645 de la era cristiana, es decir, como muy tarde es solo 13 años posterior a Mahoma. Se trata de un descubrimiento sorprendente, puesto que el texto coincide plenamente con el del Corán que conocemos. Es la prueba de que la tradición árabe tiene razón en este asunto, y de que Patricia Crone y Michael Cook se equivocaron al componer sus especulaciones.

Los antiguos historiadores árabes sostienen que hacia el año 650 el tercer califa, Uzmán, presintió que el mensaje del profeta se podía adulterar y ordenó a un grupo de sabios que establecieran el texto definitivo del Corán para la posteridad. Una vez hecho este trabajo, Uzmán ordenó que se destruyeran todas las copias del Corán distintas que circulaban entonces. Es muy probable que sus discrepancias fueran mínimas, y no como sugieren los discípulos de Crone y Cook. El hecho de que el Corán de Birmingham coincida plenamente con el Corán establecido por Uzmán unos años más tarde significa que el texto sagrado no experimentó cambios notables durante su transmisión en vida de Mahoma y tras su muerte. Eruditos como Patricia Crone, que han dudado de la tradición árabe y han sospechado que era una tradición muy posterior al profeta, se equivocaron. Y, además, resulta que recientemente se han hallado otros dos manuscritos de notable antigüedad que corroboran la veracidad de la tradición árabe.

TEMAS