Calidad de vida

No olvidemos que el tiempo es salud

Una organización temporal saludable, igualitaria y eficiente mejora el bienestar de la población

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Gemma Tarafa / Lucía Artazcoz

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La pobreza de tiempo es la insuficiencia de tiempo para descansar o disfrutar del ocio a causa de una carga excesiva de trabajo remunerado o doméstico. Es un concepto íntimamente ligado a las desigualdades de género y de clase social en la salud. La falta de tiempo es una de las razones más comunes para no hacer ejercicio o llevar una dieta saludable, factores esenciales para prevenir muchos trastornos crónicos. Construir relaciones fuertes y de apoyo, determinantes en la salud, también requiere tiempo, como obtener ingresos o ir a un centro sanitario. La falta de horas de sueño es un grave problema de salud pública que no ha recibido suficiente atención en nuestro entorno, aunque España es uno de los países en que se duerme menos y peor. Y es que dormir menos de 7 horas se relaciona con más riesgo de sufrir accidentes, con la disminución del rendimiento, el sobrepeso y la diabetes tipo 2, entre otros trastornos de salud.

El énfasis en el uso del tiempo como indicador de pobreza se basa en el argumento de que el trabajo doméstico y de cuidado, en el cual predominan las mujeres, exige un tiempo significativo y, cuando se combina con la participación en el trabajo remunerado, puede producir una falta de tiempo libre o de ocio que se puede alargar durante años. Las mujeres de hogares en situación desfavorecida (que no pueden, por ejemplo, pagar por servicios para el cuidado de los niños cuando están trabajando fuera del hogar) se ven particularmente afectadas por la falta de tiempo para el cuidado personal, el sueño y el ocio. Estudios realizados en nuestro entorno muestran que la sobrecarga y las dificultades para conciliar la vida laboral y la familiar se asocian con más problemas de salud, con menos actividad física en el tiempo de ocio y con menos horas de sueño, sobre todo entre las trabajadoras menos cualificadas.

Implicaciones negativas en la salud

Ha crecido en los últimos años la impredecibilidad de los horarios del trabajo remunerado, como forma de las empresas de adaptarse a necesidades cambiantes. Y eso también tiene implicaciones negativas en la salud. Igualmente, un tema preocupante desde el punto de vista de la salud y la calidad de vida es el exceso de horas de trabajo obligado, bien por necesidades de la empresa, en un contexto de vulnerabilidad económica de los trabajadores y trabajadoras, que aceptan condiciones de trabajo duras por miedo a perder el empleo, o por dificultades económicas de las familias. Hay evidencias de que en nuestro entorno las largas jornadas de trabajo obligadas se asocian con mala salud mental, hipertensión arterial, insatisfacción laboral, falta de actividad física en el tiempo de ocio, tabaquismo y horas de sueño insuficientes.

Sin embargo, aunque podría parecer que más tiempo libre es necesariamente positivo para la salud y el bienestar, si las personas no tienen las oportunidades o los recursos necesarios para utilizar el tiempo libre de un modo que valoren, un exceso de tiempo libre puede ser una experiencia negativa. Se tiene que valorar no solo la cantidad de tiempo, sino también su calidad. Además, se tiene que considerar la capacidad de elección sobre el uso del tiempo. Las normas sociales y las relaciones de poder limitan las maneras en que las personas pueden utilizar su tiempo y aquí las desigualdades de género y de clase social ocupan un lugar central.

Se tiene que valorar no solo la cantidad de tiempo, sino también su calidad

El pacto del tiempo de Barcelona

El exceso de trabajo, remunerado o doméstico y familiar, la impredecibilidad del tiempo de trabajo o los horarios que dificultan las relaciones sociales, así como la falta de recursos públicos para disfrutar de tiempo propio, tienen un impacto negativo sobre la salud de las personas. Intervenciones para disponer de más tiempo de calidad y de más control sobre el propio tiempo, como algunas de las que se proponen en el pacto del tiempo de Barcelona, son fundamentales para abordar la pobreza de tiempo desde las políticas públicas.

Un pacto del tiempo de Barcelona que nace, en consecuencia, con el convencimiento de que el tiempo es un derecho de la ciudadanía y se nutre de un acuerdo local. A este pacto, se han sumado empresas, organizaciones del tercer sector, personas a título individual, además de las áreas del propio Ayuntamiento, para aportar medidas concretas que mejoran el bienestar de la población. Se trata de un compromiso de ciudad para una organización del tiempo más saludable, más igualitaria y también más eficiente, porque somos conscientes de las pérdidas económicas y el riesgo de enfermedades que comporta un uso poco efectivo del tiempo de trabajo. El pacto empieza con 57 medidas de implantación inminente, pero esperamos recibir muchas más a partir de ahora, ya que solo así conseguiremos la ciudad más justa y equilibrada a la que el pacto aspira.