Dos miradas

El café y el mundo

Debe existir una mínima fundamentación científica, algún estudio sobre la energía que no se crea ni se destruye

CAFÉ

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Josep Maria Fonalleras

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El mundo se reduce a eso. Una pareja, en un bar. Desayunan. Piden dos bocadillos y dos zumos de naranja. Ella, un cortado; él, un café. Por circunstancias que no están del todo claras, la camarera les lleva, primero, el cortado y el café. Piensan que se enfriarán  -café y cortado- y que, cuando hayan acabado con el bocadillo y el zumo, ya no los podrán tomar porque habrán perdido la gracia. El chico aporta una solución un poco chapucera que consiste en utilizar el platillo donde descansa la taza como tapa de los líquidos. Debe existir una mínima fundamentación científica, en esta propuesta improvisada, algún estudio sobre la energía que no se crea ni se destruye, sino que se transforma. Al menos, piensa el chico, un poco de calor se mantendrá, con este invento de poca monta.

Cuando la camarera vuelve, ve el panorama de la mesa y se ofrece amablemente a cambiar café y cortado. El chico, medio emocionado, lo comenta con la chica: "¡Qué simpáticos y qué buen servicio! Y no se lo hemos tenido que decir". La chica, que toca más de pies en el suelo, le comenta: "¡Hombre, no costaba mucho de adivinar! Lo del platillo sobre la taza era toda una señal, ¿no te parece?". Entonces, ríe. Ríe con una franqueza infantil, con una efervescencia clara, con la placentera inmediatez del presente. El chico también ríe. Ha pedido otro café (toma muchos) y ya han pagado. Se olvida de tomárselo. Se van los dos riendo. El mundo se reduce a eso.