Polémica por la política migratoria de la Unión Europea

Migrantes, refugiados y Catalunya

La UE tiene que garantizar tanto la seguridad de las personas que llegan como el compromiso de acogida

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Ernest Maragall y Chakir el Homrani

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Es un error interpretar los flujos migratorios como una cuestión estrictamente mediterránea o europea. Cabe tener en cuenta que más del 85% de los refugiados viven en países pobres. Son muchas las causas que empujan a miles de personas a emprender un viaje lleno de incertidumbres, pero resulta evidente que entre las principales podemos destacar la pobreza, la desigualdad y la violencia que existe en demasiadas regiones.

Hoy hacemos frente a una triple crisis migratoria: la de la frontera sur de la UE, la de los refugiados procedentes de zonas en conflicto y la de adolescentes sin referentes familiares. Actualmente, la migración se explica más por la inseguridad y la violación de los derechos humanos en los países de origen que no por la atracción del mercado laboral de los países de destino, como pasaba hace años. En contra de lo que se podría pensar, ahora hablamos de cifras menores y no de grandes flujos. No sufrimos una gran crisis migratoria sino una crisis política europea sobre la gestión de las migraciones. En cualquier caso, se trata de personas muy vulnerables.

La frontera sur de la UE se ha convertido en una de las zonas donde esta realidad migratoria se muestra de manera más aguda. Es la frontera que tenemos más cerca donde más personas mueren cada año.

El caso del segundo 'Aquarius'

Por estos motivos y consciente del alcance de la situación, el Govern ha aprobado resoluciones de emergencia para ampliar el presupuesto destinado a la atención de jóvenes y adolescentes migrantes sin referentes familiares, que en los últimos años se han multiplicado casi por diez. Además, acogimos –en coordinación con otras administraciones y organizaciones–  a las personas de la embarcación de Open Arms que ahora tendrán la oportunidad de tener una vida digna y con derechos.

Nos hemos ofrecido en reiteradas ocasiones a acoger a más embarcaciones en situación de emergencia, como es el caso del 'Aquarius' que acabó desembarcando en València o de la misma embarcación que, con 141 personas a bordo, lo ha hecho en Malta esta semana, si bien la acogida se repartirá entre varios países europeos.

El Govern, así como muchos ayuntamientos y organizaciones sociales, está dispuesto y preparado para seguir acogiendo a personas refugiadas

A pesar de los esfuerzos de organizaciones, ayuntamientos y gobiernos como el catalán, ni el continuado flujo migratorio ni esta emergencia humanitaria se podrán resolver sin la colaboración y la solidaridad de los estados europeos. Tampoco la cumbre de la semana pasada entre Pedro Sánchez y la canciller Angela Merkel o las conclusiones del Consejo Europeo donde se trataban estas cuestiones han aportado respuestas útiles.

Es totalmente incomprensible que, dadas las actuales cifras de llegada, la UE no pueda afrontarlas con total determinación para evitar que se produzca una sola muerte más en el Mediterráneo. Resulta inaceptable pretender solucionar una crisis estructural con parches 'ad hoc' para cada situación. Y si la única respuesta consiste en la gesticulación oportunista en función de la atención mediática que reciba cada situación, entonces el juicio tiene que ser mucho más riguroso.

Cada nave a la deriva al mar Mediterráneo no se puede convertir en una negociación sobre quien está dispuesto a acoger, y todavía menos cuando, al mismo tiempo, diariamente centenares de personas siguen llegando a bordo de embarcaciones muy frágiles. Las instituciones europeas tienen que abordar urgentemente la reforma de la normativa comunitaria (sistema de Dublín y el conjunto de directivas y reglamentos del 'Paquete de Asilo') para garantizar tanto la seguridad de las personas refugiadas como el compromiso de acogida por parte de los estados miembros. Resulta evidente la necesidad de un plan de alcance europeo que aborde la cuestión migratoria de una manera integral, respetando los tratados internacionales y los derechos humanos en todo el recorrido migratorio (en origen, tránsito y destino) y apostando por la delimitación de vías seguras.

El Estado español no solo tiene que acoger, sino que tiene que garantizar que la acogida se haga de acuerdo con los derechos de refugio y de ciudadanía. No se puede acoger en condiciones a personas que, al no tener los permisos de residencia y de trabajo, no pueden recibir formación reglada ni trabajar. Sin medidas claras en esta dirección, les estamos condenando a vivir de la economía sumergida o a seguir una peregrinación incierta por Europa.

Lamentamos que los estados miembros de la UE no hayan sido capaces de llegar a los acuerdos necesarios para asumir sus obligaciones en el ámbito migratorio. El reto migratorio solo podrá ser resuelto con éxito si se basa en valores europeos como la cooperación y la solidaridad. El Govern de Catalunya, así como un gran número de ayuntamientos y organizaciones sociales, está dispuesto y preparado para seguir acogiendo a personas refugiadas. Este sigue siendo nuestro compromiso.