LA RADICALIZACIÓN

De recién reclutados por el yihadismo a suicidas

El atentado de Barcelona fue coordinado a distancia, vista la secuencia de los hechos tras la explosión de Alcanar

Youssef Aalla, Youness Abouyaaqoub y Mohamed Hichamy, manipulando los explosivos que pensaban utilizar para cometer los atentados, el 17 de agosto del 2017 en la casa de Alcanar.

Youssef Aalla, Youness Abouyaaqoub y Mohamed Hichamy, manipulando los explosivos que pensaban utilizar para cometer los atentados, el 17 de agosto del 2017 en la casa de Alcanar.

Driss el Genbouri

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Hace un año de los atentados perpetrados por una célula yihadista en nuestro país y frente a lo que muchos podían pensar que se trataba de un acto sin sentido, un proceso de radicalización exprés y sin ningún tipo de coordinación entre los terroristas nos encontrábamos con una célula compleja que durante muchos meses estuvo radicalizándose tras unos procesos de selección y captación muy elaborados y precisos.

En este sentido, debemos tener muy presente el concepto de la lealtad de un yihadista que pasa de ser un acto material a un hecho espiritual; es decir, una lealtad a la idea de la yihad, no a un grupo específico. Si el terrorista actúa en nombre de Dios, Dios existe en todas partes y no es necesario esperar permiso alguno para actuar en su nombre, pues no hay intercesión. Es una liberación de la yihad.

Si Al Qaeda tuvo fama a través de los medios de comunicación como Al Jazeera, el Estado Islámico (EI) usa el poder de las redes sociales. Estos avances tecnológicos han facilitado a los terroristas un nuevo método de declarar su lealtad; es por ello que el EI ha desarrollado un nuevo término, la lealtad electrónica. Lo que es en realidad la lealtad espiritual a la idea de la yihad.

Por lo tanto, si en occidente siguen entendiendo que la conexión de la yihad con un grupo terrorista debe ser a través de un lazo material, estarán en realidad interpretando el fenómeno desde una perceptiva arcaica y clásica de los años sesenta y setenta, cuando el fiel recibía circulares secretas en donde se señalaban los objetivos, circunstancia y motivos.

Sobre el terreno encontramos tres tipos de atentados llevados a cabo por el Estado Islámico. Por un lado, el dirigido desde la propia organización, como el caso de los atentados de París; el segundo, coordinado a distancia a través de una persona relacionada con algún departamento del grupo terrorista, y por último, el ejecutado sin coordinación alguna por parte de alguien que se otorgó la pertenencia al EI, como fue el caso de Niza. 

El improvisado plan b

Los atentados de Barcelona encajan en el segundo tipo, el coordinado, debido principalmente a la secuencia de los hechos después de la explosión de la casa de Alcanar, porque ninguno de los terroristas se ajustaba al perfil del yihadista convencido de morir por la causa, sino que son los típicos radicales que necesitan el apoyo espiritual constante para seguir adelante; es decir, el empujón desde alguien del Estado Islámico para ejecutar el improvisado plan b. Y también por la imprecisión de la información que dieron los medios afines al EI sobre el acto terrorista (imprecisión que no debe interpretarse como un factor para desvincular la célula de su conexión con el grupo terrorista, sino únicamente a efectos de clasificar la tipología de la operación).

Prevenir no es solo hacer un seguimiento de una persona radicalizada y evitar que lleve a cabo un atentado, prevenir es conocer el discurso, la ideología y el 'modus operandi' para poder contrarrestarlos a través de deslegitimizar y desprestigiar los discursos radicales que inculcan estos grupos terroristas.  

Han colaborado en el artículo Bahae Eddin, analista de terrorismo yihadista, y David Garriga, criminólogo.