La clave

El tío Che como síntoma

Ya que no van a solucionar los problemas de los ciudadanos, nuestros representantes al menos podrían no crear nuevos

La horchatería El tío che, con el popular muñeco de espaldas

La horchatería El tío che, con el popular muñeco de espaldas / RICARD CUGAT

Joan Cañete Bayle

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La historia tuvo un final feliz, bien mirado el único posible, porque cualquier otro desenlace hubiera sido escandaloso. Pero vaya usted a saber. El caso es que en la rambla del Poblenou hay una horchatería-heladería fundada en 1912, el Tío Che, una institución en el barrio. Un ‘ninot’ encargado a maestros ‘ninotaires’ de Valencia situado junto a las mesas de la terraza se ha convertido desde hace años en una de las imágenes del Poblenou, un barrio que en los últimos tiempos lucha denodadamente para preservar su personalidad en pleno asalto turístico.

Morir de éxito

Está tan bien Poblenou, se vive tan bien y da tanto gusto visitarlo que corre un serio riesgo de morir de éxito. En este contexto, el Ayuntamiento ordenó al Tío Che que retirara la figura porque es "un elemento no autorizado en la terraza”, y multó a la propietaria. Se montó la de San Quintín, claro, y en tres días el Ayuntamiento dio marcha atrás y permitió el regreso del ‘ninot’ al lugar que jamás debería haber abandonado. El Ayuntamiento anunció la retirada de la sanción con el argumento de que es “un ‘ninot’ más propio de la imaginería festiva del Poblenou que de la promoción del establecimiento".  Cabe preguntarse cómo es posible que no lo supieran antes de ordenar su retirada, una decisión que debería acabar con la carrera política de quien sea que la haya tomado o la haya permitido.

Dado que parece bastante difícil que nuestros representantes políticos —da igual el nivel de la administración— se dediquen a solucionar los problemas de los ciudadanos, enfrascados como están en cálculos electorales, propaganda, pugnas partidistas y demás, al menos podrían no crear nuevos entuertos allí donde no los hay. La regulación de las terrazas en Poblenou es ciertamente un asunto complejo, y más en la rambla, eje vertebrador del barrio. Pero, ¿cómo es posible que nadie supiera qué era y qué simbolizaba el ‘ninot’ del tío Che antes de que las firmas se acumularan en change.org y los vecinos tomaran al asalto twitter? Asusta pensar que en otros asuntos más trascendentales quienes tomen las decisiones tengan el mismo profundo conocimiento de la realidad sobre la cual inciden.

Me temo que el tío Che no es tanto una anécdota como un síntoma, signo de los tiempos.