LA CLAVE

Padres derrotados en la playa

No seré yo quien envíe a la pira a los progenitores que, agotados de discutir, optan por ceder antes de amargar el día de playa a la familia

Una niña en bikini se toma un refresco

Una niña en bikini se toma un refresco

JOAN CAÑETE BAYLE

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Son muchos los padres y madres que en verano libran una batalla perdida de antemano con sus pequeñas: la de la parte superior del bikini. A juzgar por la cantidad de niñas que no tienen edad para desarrollar el pecho que se ven con el ‘top’ puesto en playas y piscinas son muchos los que pierden la contienda. Me asomo a las tiendas de ropa y no falla: bikinis de dos piezas para niñas de 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9 años. Incluso para bebés. Por todas partes, en los maniquís y en las fotografías de las revistas. Da igual que a esas edades el pecho de una niña sea idéntico al pecho de un niño. Demencial.

La denuncia feminista es de cajón: la cosificación del cuerpo de la mujer empieza desde muy temprana edad. El pezón femenino es un tabú sexual, desde las fotos que se suben a Facebook hasta las piscinas municipales. Los cánones de belleza son opresivos, el cuerpo de la mujer siempre bajo el escrutinio social, cuando se destapa porque se destapa, cuando se tapa porque se tapa, que si muchas curvas o pocas, que si muy delgada o muy gorda. La sexualización y mercantilización sin pudor de la infancia, con modelos cada vez más jóvenes o con ‘looks’ infantilizados. Hay que luchar contra todo ello, ninguna duda al respecto, como una expresión más del machismo que está en todas partes.

Pero resulta muy difícil convencer a una niña de 8 años que no se ponga la parte superior del bikini cuando se emperra en ello. Sí, es la presión social. Sí, son los cánones de belleza y las distinciones de género que sutilmente (o no tanto) nos bombardean desde que nacemos (los pijamas rosas, los pijamas azules). Todo eso es verdad. Pero cuéntaselo a una niña de 8 años convencida de que le gusta más llevar la parte superior del bikini que no llevarla, que mira a su alrededor y ve la playa o la piscina llena de niñas de su edad o más pequeñas con el bikini completo, que simplemente quiere vestir como las mayores. La presión es descomunal.

Cuando vemos a una niña en la playa con la parte superior del bikini hay quien tan solo ve una nueva muestra del poder de patriarcado, motivo de crítica a la educación que sus progenitores dan a la criatura. O machistas, o indiferentes. Pero muchas veces es la consecuencia de un complicado equilibrio entre padres, madres e hijas, un ceder por aquí para apretar por otro lado. No seré yo quien envíe a la pira a los progenitores que, agotados de discutir, optan por ceder antes de amargar el día de playa a la familia. A veces, en la educación de los hijos hay que perder batallas para ganar guerras.