Análisis
Cuidar no cuenta
Si la salud no acompaña, tal vez los robots podrán ayudarnos en las tareas físicas y cambiarnos los pañales. En cuanto al cuidado emocional, ya veremos...
Ester Oliveras
Economista. Profesora en la Universitat Pompeu Fabra (UPF).
Ester Oliveras
El contacto humano con personas queridas es esencial para nuestro bienestar. Un bebé sin la mirada y las caricias de un adulto morirá, incluso estando bien alimentado y protegido. En este sentido, en los últimos días se han anunciado dos cambios en las prácticas hospitalarias. El primero consiste en no restringir la entrada de familiares en las unidades de cuidado intensivo y, el segundo, en facilitar el crecimiento de bebés prematuros fuera del centro sanitario.
En ambos casos, las medidas favorecen la evolución de las personas afectadas por el efecto positivo del acompañamiento emocional y la tranquilidad de estar en casa. Lo que no se ha mencionado es que las personas con más probabilidades de atender a enfermos y cuidar bebés serán mujeres.
Y son, precisamente, estas actividades las que están menos reconocidas, situándose directamente fuera del mercado laboral o bien asociadas a una retribución baja. Además, el esfuerzo dedicado a estas tareas no se incluye en ninguna de las medidas económicas habituales, quedando invisibilizadas a la sociedad.
Hay que puntualizar que, de vez en cuando, se realizan simulaciones económicas para calibrar el alcance de este agravio, pero chocan con la gran dificultad de medir, de manera fiable, el tiempo dedicado a las mismas. La última que se ejecutó en Catalunya, en el 2011, estima que las mujeres dedican 1 hora y 52 minutos más al día en tareas del hogar y familia.
La economía feminista pone de relieve que la base para una sociedad funcional es que las personas estén bien cuidadas, tanto física como emocionalmente. Solo con una población sana se podrán generar el resto de actividades que actualmente generan riqueza. La perspectiva de que se produzca una valoración elevada de los trabajos de cuidado implicaría salir del paradigma patriarcal. Ahora mismo, esta idea es una utopía.
Reconocimiento profesional
Por tanto, nos encontramos en un sistema que incentiva dedicar el máximo de tiempo posible a actividades que generen ingresos y reconocimiento profesional, reduciendo o subcontratando el tiempo disponible para los cuidados. ¿Qué se está haciendo? De momento, pedagogía y el impulso de medidas para repartir mejor estas tareas entre los dos géneros, de manera que las consecuencias negativas se distribuyan entre hombres y mujeres. La reciente propuesta política para la equiparación del permiso de paternidad al de maternidad sería una muestra de este tipo de medidas.
Otra alternativa para solucionar esta tensión pasa por crear familias con menos miembros. España, junto con Italia, tiene la tasa de natalidad más baja de la Unión Europea. Solo 1,34 nacimientos por cada mujer. Las previsiones demográficas apuntan que el año 2031 más del 25% de la población será mayor de 65 años. Si las cosas no cambian, y la salud aguanta, habrá muchas abuelas cuidando (altruistamente, por supuesto) preciadísimos nietos y nietas. Si la salud no acompaña, tal vez los robots podrán ayudarnos en las tareas físicas y cambiarnos los pañales. En cuanto al cuidado emocional, ya veremos.
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