El discurso de ciudadanos

Pedir peras al olmo

Tras el desastroso final de Rajoy, el PP había entrado en una zona de derrumbe electoral al que Casado intenta poner fin con demagogia

Pedro Sánchez recibe a Pablo Casado a las puertas de la Moncloa, este jueves.

Pedro Sánchez recibe a Pablo Casado a las puertas de la Moncloa, este jueves. / GABRIEL BOUYS

Joaquim Coll

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Pedro Sánchez le ofreció a Pablo Casado pactos de Estado en materias sensibles, particularmente en inmigración y frente al secesionismo. Pero del largo encuentro en la Moncloa de casi tres horas no salió nada. Tras enterrar la etapa rajoyista sin pena ni gloria, y con un nuevo líder todavía por consolidar (Casado puede acabar cualquier día imputado por prevaricación y cohecho por el asunto del máster), el PP necesita confrontarse duramente con el PSOE para evitar que Cs le siga mordiendo por la derecha y Vox le dé un susto por la extrema derecha. "Quiero fiarme, por no decir que no me fío", soltó el joven presidente de los conservadores en la rueda de prensa a modo de resumen. En realidad lleva semanas lanzando contra Sánchez dos acusaciones infundadas: cesiones a los independentistas y política laxa en materia de inmigración. Son dardos que no tienen otra finalidad que cimentar su base de apoyos. Tras el desastroso final de Mariano Rajoy, el PP había entrado en una zona de derrumbe electoral al que Casado intenta poner fin sirviéndose de demagogia.

Al Gobierno socialista se le puede criticar que su estrategia para devolver la normalidad institucional en Catalunya descanse solo en el diálogo con el Govern de Quim Torra, cuando debería disponer también de una agenda política que tuviera en cuenta las reivindicaciones de los catalanes no separatistas. Pero es absurdo cuestionar que ese diálogo en materia de autogobierno deba intentarse. El PP abanderó tímidamente una operación parecida en el 2017 y siempre contó con el apoyo de PSOE y Cs. Además, dialogar es siempre una obligación. Y en este caso es imprescindible ni que sea para cargarse de razones por si hay que volver a aplicar el 155. Con la inmigración, Casado cae en el alarmismo y juega a meter miedo. Sus declaraciones no son xenófobas, menos aún cuando después acaba pidiendo un 'plan Marshall' para África, pero alimentan el fuego de la extrema derecha antiinmigración. Sería conveniente que alguna vez el PP, estando en el Gobierno o en la oposición, tuviera sentido de Estado. Pero igual estamos pidiendo peras al olmo.