LA CLAVE
Una de comisarios en TV-3
Puigdemont y ERC se disputan el control político de la tele y la radio de la Generalitat cuando los tambores electorales anuncian ya un combate feroz por la hegemonía en el bando independentista
Luis Mauri
Director adjunto
LUIS MAURI
Hay escándalos sigilosos, mudos. Y hay silencios estruendosos, ensordecedores. El secuestro político de los medios de comunicación públicos se inscribe a la vez en estas dos categorías.
Ninguna democracia es plena si los medios públicos funcionan como agentes de agitación y propaganda del gobierno de turno en vez de proveer a los ciudadanos de un producto imprescindible para conocer e interpretar la realidad, formarse opiniones y tomar decisiones. Ese producto es la información objetiva, honesta y plural.
Pero aquí casi nadie parece escandalizarse por la usurpación partidista del servicio público de información. Su manipulación está tan integrada en el paisaje que la sociedad no bulle de incomodidad al ver los medios públicos, los de todos, financiados por todos pero secuestrados y corrompidos al servicio de una fracción. Esta acción se ejecuta con tal apariencia de normalidad que los autores ni siquiera sienten la necesidad de impostar recato. El secuestro se hace a plena luz del día.
Sin disimulo
En Catalunya, que no posee la exclusiva de esta perversión, las dos fuerzas del Govern independentista pelean sin disimulo por ver quién impone a sus comisarios al frente de la televisión y la radio de la Generalitat. El pasado invierno, después de semanas de forcejeo digno de mejor causa, acordaron que la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals y TV-3 quedarían en manos de ERC, y Catalunya Ràdio en las de JxCat. Un semestre después, la formación de Puigdemont bloquea el reparto y se niega a ceder a sus socios la presidencia de la CCMA y la dirección de TV-3.
Los tambores electorales retumban con intensidad creciente y el combate por la hegemonía en el bando nacionalista se anuncia feroz. El uso espurio de los medios públicos puede ser el arma decisiva en ese combate, como lo ha sido para la extensión y consolidación del relato independentista. No explica por sí solo el ‘procés’, pero el ‘procés’ tampoco se explica sin él. Qué curioso que la primera decisión que tomó el Govern de Torra fue inyectar 20 millones en TV-3. Todo el mundo sabe que no hay mayores ni más perentorias necesidades sociales en el país.
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