El crecimiento de la xenofobia

Movimientos por debajo del radar

La crisis ha dejado como herencia en un parte importante de la sociedad la idea de la seguridad de los 'tuyos' frente a los 'otros'

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Oriol Bartomeus

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La escena tiene lugar durante una sesión de grupo para evaluar la opinión sobre la coyuntura política, que acontece antes del rescate del barco 'Aquarius'. En un momento dado de la discusión una persona deja caer el comentario que a los inmigrantes se lo pagan todo. La chispa prende al instante. Todos los participantes en la discusión se cogen al tema, aportando supuestas experiencias de algún conocido, historias que les han contado, rumores que han oído. Que si a los inmigrantes les pagan las escuelas de los hijos, las licencias de los comercios (una persona asegura con convicción que el ayuntamiento les avanza los préstamos para comprar las tiendas), que gracias a esto a ellos no les queda nada, ya que las becas y las ayudas se las quedan los recién llegados. La conversación se alarga y resulta difícil reconducirla.

Es un ejemplo de algo que no aparece en las encuestas, donde las personas se sienten más cohibidas que en un grupo de discusión. Son movimientos de fondo que hay que tener muy en cuenta, que no se ven pero que existen y están fuertemente arraigados en la opinión. No se detectan, van por debajo del radar, pero eso no quiere decir que no estén. Al contrario, están. Y a la mínima ocasión emergen a la superficie, desmintiendo la idea que aquí no hay un sentimiento de rechazo a los extranjeros, como si fuésemos diferentes del resto de europeos, de los italianos, de los alemanes.

Sin un partido abiertamente xenófobo

Es un espejismo producido en parte por la falta de un partido abiertamente xenófobo, en Catalunya y en España. Es verdad que en la oferta partidista no tenemos una Lega o una Alternativa para Alemania, pero esto no quiere decir que no se den las condiciones para el surgimiento de un movimiento similar. El público está, y haríamos muy mal en no tenerlo en cuenta, en pasar por alto que en algunos estratos sociales hay una competencia feroz por recursos y ayudas públicas que son escasas, y que es relativamente fácil dar a esta competencia un barniz que roza con el discurso racista, que defiende que yo tengo más derechos que tú porque yo soy de aquí y tú has llegado hace poco.

Y de aquí es relativamente fácil saltar al argumento que los poderes públicos favorecen a los recién llegados ante los que ya estaban aquí. El cóctel de la competencia por los recursos públicos, el descrédito de les instituciones y la rumorología insistente que presenta como verdades unos hechos imposibles de comprobar (pero que se ajustan como un guante a nuestros prejuicios), genera un combustible altamente inflamable, que recorre los barrios más vulnerables de nuestras ciudades.

La izquierda debería entender qué mecanismo hace que una parte de la sociedad pueda dejarse engatusar
por los cantos de sirena xenófobos

Ante esto, se ha optado por hacer ver que el problema no existe (al fin y al cabo no aparece en las encuestas), o se ha optado por criminalizar este tipo de opinión, que es otra manera de no querer afrontar el problema. Lo explica Owen Jones para el caso inglés en su libro 'Chavs': condenamos a los estratos sociales más bajos porque tienen opiniones supuestamente racistas pero no nos paramos a entender de dónde vienen estas opiniones, a qué responden, y cómo de las puede parar.

La 'guerra de pobres' por las ayudas

Los ayuntamientos hace años que han puesto en marcha iniciativas para intentar frenar el problema, como las estrategias 'antirumores', pero la raíz profunda del tema son los recursos, o mejor la escasez de recursos, de los que disponen las administraciones públicas para afrontar situaciones de pobreza. Solo aumentando estos recursos es posible minimizar la competencia, la “guerra de pobres” por les exiguas ayudas.

Pero el problema no se soluciona solo con la inyección de dinero público. Como ocurre siempre, este tipo de problemas no responde solo a una lógica económica, no se arreglan milagrosamente poniendo más dinero. Hay elementos de fondo, porque todo esto se inscribe en un contexto de repliegue identitario, que afecta a tota Europa, y del que Catalunya no queda al margen. Es una de las herencias que nos dejó la crisis económica y que sobrevive a la 'recuperación'. En medio de la confusión y del desamparo en que ha quedado una parte muy importante de nuestra sociedad, que se ve más cerca del precipicio del precariado que de la puerta del ascensor social, se impone la seguridad de los “tuyos” frente a los “otros”.

La izquierda debería querer entender cuál es el mecanismo que hace que una parte de la sociedad pueda dejarse engatusar por los cantos de sirena xenófobos. Asumir el problema no pasa ni por obviarlo ni por condenarlo desde una supuesta superioridad moral. Pasa por entenderlo.