LA CLAVE

DIEGO CRESPO/EFE
Casado y los corruptos
"Aquí no cabe ni un solo corrupto", vocea el nuevo líder del PP. Aznar y Rajoy proclamaron lo mismo con un éxito y una credibilidad perfectamente descriptibles
Hay episodios personales, historias mínimas -mínimas en relación a la compleja inmensidad del período en que se inscriben- que reflejan el espíritu de la época mejor que cien tesis académicas.
El espíritu, tan reciente aún, de la España gobernada por el PP fue probablemente retratado con más agudeza, claridad y frescura por el escándalo del máster fraudulento de Cifuentes que por los miles y miles de folios de los sumarios judiciales sobre la red criminal Gürtel. Un país expoliado por la corrupción de las élites gobernantes, desballestado socialmente por la jibarización del Estado del bienestar y estremecido por el desafío independentista se licuaba instantáneamente en un patético escándalo en el que unos personajes dotados de una desvergüenza sin tasa ensuciaban la universidad pública haciendo de ella su cortijo particular.
Cayó Cifuentes y poco después cayó el PP del Gobierno. Y el partido eligió a un nuevo líder, Casado. Teniendo en cuenta que lo que cavó la tumba política de Rajoy fue la corrupción sistémica de su partido (y, también, los efectos de su irresponsable actuación en la crisis catalana), habría sido lógico que el PP se hubiese esmerado en buscar un jefe inmunizado al ciento por ciento contra el mal que se había llevado por delante a su antecesor. Pero no es infrecuente que los partidos no se rijan por la lógica del bien común sino por intereses poco confesables.
La espada del escándalo
Sobre Casado pende la espada de un escándalo gemelo del de Cifuentes. El jefe del PP presume de un máster de la misma universidad y cuya certificación tampoco aparece por ninguna parte. Él y su partido se emperran en hacer ver que no hay caso, que el jefe está angelicalmente limpio. Pero resulta que si hay o no caso lo decidirá la justicia, que ya estrecha el cerco sobre Casado y ha imputado a tres personas que convalidaron créditos en su mismo curso, dos de ellas vinculadas a altos cargos del PP.
“Aquí no cabe ni un solo corrupto”, voceaba Casado en el congreso que le aupó. Una divisa muy poco original. Sus antecesores Aznar y Rajoy también se llenaron la boca con esas palabras con un éxito y una credibilidad perfectamente descriptibles.
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