Opinión | Editorial
Más denuncias, la misma violencia
Solo un pacto de toda la sociedad puede conseguir que la lacra del machismo pierda su impunidad
Los datos son alarmantes. No por la novedad, sino por la reincidencia. La Encuesta de Violencia Machista en Catalunya (EVMC) impulsada por la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y la Fundación Bancaria La Caixa desnuda el enquistamiento de una violencia que no cesa. El 17,6% de las mujeres sufrió algún acto de violencia machista en el 2016, un dato que se mantiene sin variaciones desde el 2010. Pero algo ha cambiado, y positivamente. El 26,1% de las víctimas denunciaron. Un 8,4% más que el año anterior. El incremento es una buena noticia, pero resulta doloroso pensar en ese más de 70% que prefirió no denunciar y, aún más penoso, constatar que la violencia sigue mostrando unas cifras insoportables.
Una de cada cuatro mujeres ha sufrido un hecho especialmente grave de violencia machista a lo largo de su vida. En franjas de edad, llama la atención que el colectivo más victimizado es el de 16 a 29 años. La mitad de las mujeres también afirma haber sufrido algún episodio de violencia machista por parte de hombres de los que no son pareja. Ataques que han sufrido en lugares públicos y que han sido lo suficientemente traumáticos como para que hayan condicionado sus vidas, hasta el punto de tener miedo a salir solas de casa o haber cambiado sus actividades o rutinas.
Resulta extremadamente grave ese 32,3% de menores que han presenciado episodios de violencia machista. Pequeños que crecen en un ambiente hostil. Niños y niñas que ven a la figura materna como a una víctima, débil e impotente, y a la paterna asociada a la agresividad, la fuerza y el poder. También es lacerante que más del 40% de mujeres que sufren algún tipo de discapacidad hayan sido víctimas de una agresión machista.
El aumento respecto al 2010 de los casos reportados de violación, intento de violación, agresión física violenta, tocamientos sexuales con violencia o amenazas graves delata el enraizamiento de la tragedia social que estamos viviendo. Está bien que más mujeres pierdan el miedo a la denuncia. Pero el origen de ese miedo sigue siendo real, cotidianamente real y en las más diversas formas. Afecta a la vida de las mujeres y perpetúa la herencia del miedo. Solo un pacto de toda la sociedad, instituciones, organizaciones y ciudadanos, hombres y mujeres, puede conseguir que el machismo pierda su impunidad.
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