Análisis

El dilema convergente

Marta Pascal le ha ofrecido la presidencia vacante del PDECat a Puigdemont, pero él prefiere destruir el partido desde fuera para no contaminarse

Carles Puigdemont saluda, a través de una pantalla, a los asistentes a la presentación de Crida Nacional per la República.

Carles Puigdemont saluda, a través de una pantalla, a los asistentes a la presentación de Crida Nacional per la República.

Xavier Bru de Sala

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Resistir o sucumbir, he aquí el dilema. Los escasos activos que le quedan al PDECat, todos ellos alcaldes o alcaldables, preferirán presentarse con las siglas avaladas por Puigdemont. Habiendo constatado que el único consejero de Quim Torra con trayectoria conocida en el PDECat, Miquel Buch, es 'puigdemontista'; y una vez consumada la defección de los presos, Marta Pascal está acabada. Acabada si sucumbe, como castigo por haberse resistido, y acabada si se resiste, porque será la culpable de la irrisoria cosecha en las municipales si va en solitario. Su último paso, registrar JuntsXCat ya cae de lleno en el ridículo. ¿Alguien se imagina que JuntsXCat podrá presentarse contra JuntsXRepública?

El partido de Pascal no tiene ni aspirantes a presidirlo. El final de Artur Mas por el 'caso Palau' representa el fracaso de la refundación. La mancha de la corrupción pujolista y pospujolista no se borra. Pascal ha ofrecido la presidencia vacante a Puigdemont, pero él prefiere destruir el partido desde fuera para no contaminarse. Si comparamos la situación del PDECat con la del PP -persistencia eufórica y liderazgo- observaremos mejor la situación desesperada de los posconvergentes. ¿Qué tienen para ofrecer a la sociedad catalana si ni siquiera han sabido mantener su perfil ideológico?

Aunque procuran esconderlo, el verdadero objetivo de la Crida Nacional es ERC. Primero el aperitivo, absorber todo el espacio del PDECat. Luego el plato fuerte, lanzarse sobre Esquerra con una farisaica llamada a la unidad desmentida este miércoles mismo con el encontronazo en Parlament. Visto de otro modo, se trataría de repetir desde fuera y con más posibilidades de éxito la fallida operación de Mas para recuperar la hegemonía del catalanismo. Que Puigdemont no se haya dado de baja de su partido, aunque Elsa Artadi sí, y que la gran mayoría de sus protagonistas provengan de la Convergència de Mas y Oriol Pujol avala esta mirada. Esta OPA a ERC porta genes convergentes, unos genes simbióticos en permanente mutación.

Para redondear la interpretación correcta, o si lo prefieren destaparla, añadiremos el pragmatismo de Quim Torra. Torra asume en la práctica, pero sin hacerlo explícito, el programa de ERC. Sin embargo, a diferencia de ERC, mantiene la llama del independentismo que ve la república al alcance y desafía al Estado de boquilla. Por otra parte, nadie más creíble que Ferran Mascarell para levantar la bandera del liberalismo socialdemócrata que certificará el viraje a la izquierda de la nueva formación, imprescindible para competir con ERC. Dejamos a criterio del lector dilucidar si el giro es auténtico, puro maquillaje o nueva versión de la prehistórica conferencia donde Jordi Pujol se abrazaba, para disimular, al socialismo sueco.

En cartesiana conclusión, resistirse más de la cuenta es el mejor favor que Marta Pascal le podría hacer a Oriol Junqueras, elevado por fin a la categoría de líder de su partido. Si el PDECat no se viste de sayo, se flagela y se hace el harakiri, el cesarismo de Puigdemont comenzará a tambalearse antes de tiempo.