LA RELACIÓN DE DOS SUPERPOTENCIAS

Trump y Putin, amigos para siempre

Los presidentes de EEUU y Rusia salen reforzados por igual de la cumbre de Helsinki

Trump y Putin se saludan en Helsinki.

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Cristina Manzano

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Se está hablando mucho estos días de una supuesta “doctrina Trump” en política exterior. Cada vez más expertos y analistas están convencidos de que el aparente caos que mueve al presidente estadounidense en sus relaciones internacionales se basa en una estrategia definida y coherente. Viendo el resultado de su encuentro hoy con Vladímir Putin, se podría llegar a pensar que es así.

La mañana comenzó con un espléndido intercambio de cromos de machos alfa: Putin llega a Helsinki casi una hora más tarde de lo previsto; Trump, para compensar, se resiste a salir de su hotel camino a la cita; la nueva y flamante limusina de Putin -made in Russia- es un poco más larga que la “bestia” de Trump; caras serias en el primer encuentro; apretón de manos firme y corto, 3 segundos… No podía ser de otra manera; las relaciones entre ambos están en su peor momento.

De cara a la galería

Pero estos dos magos de la escena han conseguido darle la vuelta a la tortilla, al menos de cara a la galería. Lo bueno de tener bajas expectativas es que todo es susceptible de mejorar. Según sus respuestas durante la rueda de prensa, no han evitado ningún tema, ni la injerencia rusa en las elecciones americanas, ni la guerra de Siria, ni la proliferación nuclear, Ucrania, energía…

Trump ha defendido enfáticamente la sinceridad que ha percibido en Putin cuando este le ha asegurado que nunca ordenó interferir en la campaña americana; y tras un amago de neutralidad, ha vuelto a atacar al FBI y al Partido Demócrata por ineptos. Sobre los otros temas, ambos han declarado querer buscar puntos de encuentro.

Reforzados por igual

La primera impresión es que los dos líderes han salido reforzados cara a sus respectivas audiencias. Se vuelve así a la casilla de salida, a la campaña de Trump y a sus constantes flirteos con el líder ruso. Sí puede haber cierta coherencia en las decisiones exteriores de Trump -el predominio de lo económico, los recelos contra las instituciones multilaterales, la admiración por los hombres fuertes- lo cual no quiere decir que eso sea bueno ni para su país ni para el resto del orden internacional. Putin, por su parte, siempre ha tenido claro que su objetivo era devolver a Rusia el estatus de potencia global.

Nadie ha puesto sobre la mesa, sin embargo, cómo piensan continuar dicha relación, ni hacia dónde querrían llevar al mundo, aunque pasa a ser el detalle más importante.

Orden internacional complejo

Pero ahí no están solos. Mientras la atención estaba en Helsinki, en Pekín el presidente chino, el de la Comisión Europea y el del Consejo Europeo han defendido el sistema multilateral y una revisión de la Organización Mundial del Comercio, al tiempo que han hecho un llamamiento a evitar la guerra comercial. Y los líderes de la UE se van mañana a Tokio. La guerra fría, con su división de dos bloques, es cosa del pasado. El orden internacional es hoy mucho más complejo e interconectado, y es cosa de más de dos.

Trump se lleva de Helsinki un balón oficial del Mundial de fútbol de Rusia, para que vaya practicando de cara al del 2026 que se celebrará en Norteamérica. Puede que Xi Jinping siga siendo presidente de China para entonces. Ciertamente, Trump no será ya el de Estados Unidos.