IDEAS

Lluís Pasqual, mal final

Lluis Pasqual

Lluis Pasqual / periodico

Xavier Bru de Sala

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'Un bel morir tutta la vita honora' y un mal final todo el currículum mancha. Una de las discusiones que más subían de tono cuando Antoni Tàpies acogía a los jóvenes poetas, y les ayudaba en sus proyectos culturales con dinero propio, todo hay que decirlo, versaba sobre la naturaleza del arte y el artista. O Cellini era artista o asesino. Las dos cosas no, sostenía con ardor, porque el artista es un sacro demiurgo del espíritu. Si es impuro, profana su obra y la invalida. Después supimos que Tàpies dedicaba parte de sus energías a hacer ver ante el mundo que él era el único artista español merecedor de la atención y el aplauso internacional. Una cosa no quita la otra. Artista y asesino, artista y mal nacido son perfectamente compatibles.

También los que se creen dioses están en manos de los mortales, y terminan con honor o sin él según la consideración pública

En línea con los seres autoproclamados superiores, Lluís Pasqual defendía que la sociedad estaba enferma y el teatro debía restablecerla (sino curarla). Desde su trono, no se privaba de repartir títulos de buena y mala persona. A pesar de sus detractores, habrá que dejar constancia de que si el director del Lliure no hubiera maniobrado para conseguir un tercer mandato, nadie habría piadodirector del Lliure. Ya que se va, callemos. Mal entendida, 'farisaica pietas'.

Turbados en el Olimpo de su divismo, ni Juanjo Puigcorbé ni Lluís Pasqual advirtieron que el maltrato hacia los de abajo empieza a traer consecuencias. También los que se creen dioses están en manos de los mortales, y terminan con honor o sin él según la consideración pública. Sus agradecidos defensores deberían comprender que la sentencia por falta grave y reiterada de respeto, de simple humanidad, civilidad y cortesía, es inapelable.

La exhibición del desprecio es una mancha que no se borra. Tanto da que Pascual se quede o no. 'Fa' di tua man no pur bramand'io mora / che un bel morir tutta la vita honora', imploraba Petrarca, el más laureado de los poetas. Ay si algunos le hubieran hecho un poco de caso.