Opinión | LIBERTAD CONDICIONAL

Lucía Etxebarria

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Si no te dice "sí", es violación

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De esto hace muchos años. Él estaba acabando la carrera, en Santander. Bajó a Madrid para un concierto. Teníamos amigos comunes que, como tantos bilbaínos pijos, veraneaban en Santander. Él no tenía dónde dormir y le ofrecí quedarse a dormir en mi casa, en el sofá. Pero hacía un frío horrible y en mi casa entonces no había calefacción, solo un calefactor en mi habitación. Le dije que podíamos compartir cama y dejé claro y expreso que no quería nada con él. A la mañana siguiente me lo encontré encima. No grité, no moví un solo músculo, no dije absolutamente nada. Le dejé hacer hasta que eyaculó.

Solo años después, y tras muchas sesiones de terapia, entendí por qué no me resistí. He sufrido mucha violencia a lo largo de mi vida, en alguna ocasión de recuerdo muy traumático. Éramos dos personas solas, en una casa, él es mucho más alto que yo. Podía haberme matado si me resistía. Yo tenía miedo, pero ni siquiera era consciente de ello.

Nunca llamé a aquel episodio «violación». En mi cabeza solo era un episodio desagradable.

Muchos años después, en un festival de jazz en Donosti, me atreví a decirle que aquella noche «me sentí como si él me hubiera violado». Ni siquiera dije «me violaste». Dije, repito, «me sentí como si me hubieras violado». 

Un hombre mentalmente sano se habría preocupado, me habría preguntado por mis sentimientos, habría indagado por qué me sentía así. Él no es un hombre mentalmente sano. Él es un narcisista. Él es el tipo de hombre capaz de eyacular sobre una mujer que no ha movido un solo músculo y que ha permanecido rígida y tirante durante los 15 minutos que él ha estado jadeando sobre ella.

Él empezó a gritar. ¿Cómo podía acusarle a él de algo semejante? ¡Él no era ningún violador! (Ojo, reitero que yo no había dicho la palabra 'violador') Afortunadamente pasaron dos agentes de la ertaintza por la calle. Les dije que aquel hombre me estaba importunando, e inmediatamente cogí un taxi. Nunca más nos volvimos a ver.

Pero, como buen narcisista, llamó a mis amigos comunes para decirles que yo era una feminazi loca y que me inventaba cosas porque siempre había estado enamorada de él y tenía celos de que él tuviera otras novias (Seguro que algunas lectoras reconocen esta historia) 

Cuando leo que hay gente que 
opina que no hace falta decir 
expresamente «sí» para mantener 
una relación sexual, alucino

Creó un conflicto enorme en el grupo de amigos. Le gustaba crear conflictos, creo. Así le daba un poco de vidilla y adrenalina a su, por otro lado, aburridísima vida. La mayoría le dio la razón a él. Pero una chica de Santander me escribió diciendo que a ella le había hecho lo mismo.

Cuando leo que hay gente que opina que no hace falta que una mujer (o un hombre) diga expresamente «sí» para entender que hay consentimiento en una relación sexual, alucino. ¿Qué tipo de relaciones sexuales tiene esta gente? Porque excepto que sean parejas de muchos años, en los que todo está hablado y hay gestos que están pactados, si se trata de relaciones ocasionales o nuevas lo sano es preguntar: «¿Te parece bien así?», «¿quieres que haga esto?», «¿sigo por aquí?»...

Digo «lo sano» porque desgraciadamente, como tantas veces he escrito en esta sección, lo normal no siempre es lo sano. Lo normal para la chavalería que se educa viendo porno no es preguntar nada, lo normal es meterle a una chica la p… por el ano, o por la boca o por cualquier agujero, metérsela a pelo, sin lubricante, sin preservativo y sin preguntar. Lo normal en 'señoros' de mi generación (este tipo es tres años mayor que yo), que se han educado en colegios de jesuitas en los que les decían que se quedarían ciegos si se hacían una paja, es aprovechar la más mínima ocasión para tener sexo, y preocuparse cero o menos de si a ella también le interesa.

Lo normal para ese tipo que me violó (porque sí, seamos claros, me violó) era hacer lo que hacía, y por eso me lo hizo a mí y a la otra chica de Santander y vete a saber a cuántas más, y seguro que cuando se metió en mi cama ya estaba planeando hacerlo, y no le pasó por la cabeza pensar que yo le dejé entrar en mi cama porque de verdad sentía pena por él y porque no quería que pasara frío. Debió pensar que yo era una guarra y que lo estaba deseando, y que si le decía que se metiera en mi cama era porque quería follar con él, porque, narcisista como era y es, se creería  que todas las mujeres queríamos follar con él.

No, no dije 'no', ni me resistí ni grité. Tampoco lo hizo la otra chica. Nos quedamos pasivas, no nos movimos, no supimos reaccionar, no le dijimos nada y, por supuesto, nunca le denunciamos porque… ¿qué prueba hubiéramos tenido?