Trump y la OTAN: malas maneras

El lema es por tanto: ¿Gasten ustedes más en defensa, que nosotros les diremos cómo y dónde hacerlo

Trump con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, el año pasado.

Trump con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, el año pasado. / Matt Dunham

Pere Vilanova

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La OTAN tiene algunas características estructurales que salen a colación una y otra vez cuando hay una cumbre de máximo nivel entre los líderes de los estados miembro. Y entre ellas, sobresale el tema del gasto en defensa en relación con el PIB de cada uno de ellos. Por tanto no es exactamente nuevo que Donald Trump vuelva a insistir en que todos han de cumplir contribuyendo con el 2% de sus presupuestos nacionales. De hecho, como todo el mundo sabe, se trata de una recomendación que cada Estado se esforzará en cumplir según sus posibilidades y "según sus diversas contribuciones  a la seguridad colectiva". Por poner un ejemplo, exigir a Islandia o Luxemburgo ese 2% es absurdo. En otros casos, como Eslovenia o los bálticos , la contribución primera es ya de por sí haberse alineado con la OTAN frente a Rusia. Por tanto no es que Trump diga algo nuevo, lo que sí hace es hacerlo con sus pésimas maneras a las que nos ha habituado rápidamente.

Otra característica es que desde su fundación en 1949, en pleno estallido de la Guerra Fría, el comandante en jefe de la estructura militar de la Alianza ha sido siempre de Estados Unidos, a cambio de lo cual, el secretario general ha sido siempre de uno de los restantes estados miembro, europeos o canadiense. Pero es una estructura militar, con una lógica de funcionamiento acorde con ello, y el mando operativo, la estructura de coordinación y comunicación, y sobre todo la inteligencia han estado siempre bajo liderazgo de Estados Unidos. El lema es por tanto: “Gasten ustedes más en defensa, que nosotros les diremos cómo y dónde hacerlo”.

Valga de botón de muestra el caso de Kosovo. En 2009, España tenía tropas como miembro de la OTAN en Kfor, la fuerza militar desplegada en Kosovo desde 1999. De modo poco hábil, por decirlo suavemente, el Gobierno español anunció unilateralmente que se retiraba de Kfor. Las razones objetivas para hacerlo eran más que justificadas, a partir del momento que Kosovo proclama unilateralmente su independencia, siendo así que Kfor seguía con su mandato en la nueva situación, los estados de la Otan que no reconocían a Kosovo tenían que abandonar Kfor. Pero el secretario general de la OTAN y sobre todo, el mando estadounidense, se mostraron muy ofendidos por no haber sido consultados previamente. Si no fuera porque en cada caso en que Estados Unidos retira efectivos de operativos internacionales, como Sfor en Bosnia, Kfor en Kosovo o los retira de modo significativo como en Afganistán (Isaf), primero lo decide, y posteriormente lo comunica a los demás socios. Sin consultas previas.

Lo grave ahora no son solo las malas maneras de Trump con sus aliados más fiables en todo el planeta, según ha dicho Donald Tusk. Lo grave es que Trump no tiene ningún tipo de criterio estratégico para esta cuestión, como no sea el de tratar (mal) a sus “empleados” europeos. Hace unos días, se ha filtrado que preguntaba a su gabinete que “por qué no invadir Venezuela”.