Análisis

La medida del dolor

Este es el bosquejo del momento en que Torra cruzará el umbral de la Moncloa y estrechará la mano de Sánchez. Un esbozo que da la medida de la orfandad. O del dolor

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la Moncloa, donde recibirá el lunes al 'president' de la Generalitat. Quim Torra

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la Moncloa, donde recibirá el lunes al 'president' de la Generalitat. Quim Torra / DAVID CASTRO

Luis Mauri

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"Ojalá pudiera medirse el dolor humano con números claros y no con palabras inciertas. Ojalá hubiera una forma de saber cuánto hemos sufrido, y que el dolor tuviera materia y medición". Son las primeras frases de Ordesa (Alfaguara, 2018), una novela cruda y desprejuiciada, armada con una temeraria y conmovedora desnudez por el aragonés Manuel Vilas.

El estrés que soporta Catalunya a cuenta del procés seguramente no puede medirse con la balanza de precisión que Vilas reclama para mesurar el sufrimiento de su protagonista. ¿Y la orfandad del relato independentista sobrevenida tras la caída del PP y el ascenso de la izquierda? ¿Pueden determinarse las dimensiones del desamparo repentino de una construcción anímica fundada en sofismas tales como que el mundo y el capital anhelaban la secesión catalana de una dictadura colonial aislada e inerme? ¿Puede medirse esa orfandad cuando la bóveda del falso silogismo se viene abajo? Sí, se puede.

El sondeo del Gesop previo a la cumbre entre Pedro Sánchez Quim Torra otorga materia y medición a ese vacío argumental. Hoy, el 62% de los catalanes considera que el Ejecutivo central y el catalán deben negociar una mejora del autogobierno. Y solo el 21,5% aboga por perseverar en la vía independentista.

El descalabro

El descalabro demoscópico de esta última opción tras la defenestración de Mariano Rajoy y la oferta de diálogo de Sánchez es notable. El último sondeo del Centre d’Estudis d’Opinió de la Generalitat (CEO), de enero pasado, después de las últimas autonómicas y en pleno bloqueo institucional por el empecinamiento de Carles Puigdemont en ser investido president en su refugio belga, ya apuntaba el hundimiento de los partidarios del sí a la independencia (40,8%) frente a los del no (53,9%). En aquella encuesta, los catalanes autonomistas (36,3%) adelantaban por primera vez en seis años a los secesionistas (32,9%).

El estudio del Gesop certifica y amplifica la tendencia señalada por el CEO. Y además socava algunos lugares comunes y engañosos del independentismo, como El Mandato Democrático del Uno de Octubre (desdeñado incluso por los observadores internacionales contratados por la dirigencia secesionista) y La Mayoría Popular Por La Independencia. Las cifras del Gesop acrecientan la orfandad del relato emocional secesionista. Entre los votantes de ERC, el 52,8% elige mejorar la autonomía, muy por encima del 38,5% que quiere una vía directa a la independencia. Entre los electores de JxCat, estos últimos representan la mitad (50,8%) y los primeros, el 37,7%.

Los jóvenes

El marco mental independentista pregona que la segregación es inevitable porque los catalanes jóvenes han roto amarras con la España autonomista, eso los que alguna vez llegaron a tenerlas. ¿Qué mide el Gesop? En todas las franjas de edad, son mayoría absoluta los que eligen negociar el autogobierno, encabezadas precisamente por el segmento más bisoño (16 a 29 años) con casi el 70%.

Esta es la fotografía del momento en que Torra cruzará el umbral de la MoncloaMoncloa. Una imagen que da la medida de la orfandad. O del dolor.