Puyal, excelencia hasta el final

La carrera profesional del maestro de periodistas se ha forjado con una labor hecha de inteligencia, rigor e innovación

Joaquim Maria Puyal, durante una retransmisión

Joaquim Maria Puyal, durante una retransmisión

José A. Sorolla

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Si hay un foco que ilumina toda la trayectoria de Joaquim Maria Puyal es el de la excelencia. Una excelencia hecha de inteligencia, rigor e innovación.

La inteligencia la ha vuelto a demostrar al despedirse. Solo los inteligentes se van cuando están en lo más alto, como hicieron Guardiola en el Barça o Zidane en el Real Madrid. Puyal ya se fue de la televisión en pleno éxito de sus programas 'La vida en un xip' o 'Un tomb per la vida' en TV-3, antes de que el entretenimiento a la vez riguroso y ameno se convirtiera en un estercolero, que es lo que ahora se desparrama por televisión, tanto da si se trata de espacios de sociedad, de deportes o de política. Él mismo explicó el jueves en Catalunya Ràdio los motivos de su retirada de las transmisiones: "Las cosas hay que dejarlas cuando están arriba del todo, a mí no me gusta comenzar a notar que voy muy justito", dijo. "Después de 50 años, ya está bien", remató.

Exigente consigo mismo

El rigor ha sido siempre una de las obsesiones de Puyal. Por eso era tan exigente tanto en la televisión como en la radio, exigente consigo mismo y con sus colaboradores, y por eso se enfadaba cuando las cosas no salían como habían de salir o se lamentaba cuando se equivocaba y confundía –la vista falla con la edad y al final se puso gafas– a un jugador con otro. "Me mataría cuando me pasa eso", dijo una vez. Menos mal que tenía junto a él para rectificarle amablemente a Ricard Torquemada, uno de los periodistas deportivos que mejor ve el fútbol. El rigor, para Puyal, incluye la ecuanimidad. Por eso, sus referencias a los gritos del minuto 17.14 en el Camp Nou siempre eran respetuosas, porque sabía que entre sus oyentes los había que suscribían las proclamas independentistas y otros que no lo hacían. Seguro que está de acuerdo con este aforismo de Edgar Morin: "Ser objetivo es también entender lo que es subjetivo".

La innovación, en fin, ha sido constante desde sus inicios. Pero no solo en la lengua, recuperando o inventando expresiones en catalán para las transmisiones de fútbol, una característica que acertadamente siempre se destaca, sino también en la formación de equipos y en la adaptación a la transformación de los medios de comunicación.

Cuando Puyal se dio cuenta de que era imposible competir con la televisión en las transmisiones, su máxima preocupación fue sincronizar el sonido de la radio con el de los televisores para salvar la hasta entonces insuperable dificultad de escuchar el canto del gol antes de que el balón entrara en la portería. La televisión acabó también con las narraciones casi en solitario, que fueron sustituidas por el jolgorio coral de 'La TdP' con un equipo de colaboradores muy atentos y preparados distribuidos en el césped, el palco, la grada o la 'sala d'imatges'. En ese equipo destaca la presencia de mujeres –se cuenta que las elegía sin saber de fútbol para no estar contaminadas–, que aportan a la transmisión una visión diferente.     

Es discutible que el fútbol sea un deporte que necesite la estadística, imprescindible en el baloncesto. Decía Valdano (¿o era Cruyff?) que el fútbol es el deporte menos estadístico porque Romário tocaba tres veces el balón y metía tres goles, rompiendo todas las estadísticas de posesión o de oportunidades frente a la portería contraria. Pero internet y las redes sociales han convertido también el fútbol en un deporte de estadísticas, porque con un clic se puede saber todo de la historia de la Liga o de la Champions. Aunque quizá esté de acuerdo con Valdano o con Cruyff, Puyal también supo ver esa faceta nueva del deporte rey y por eso los números tienen una presencia significativa en 'La TdP'. En 'La TdP' está todo. Excelencia hasta el final.